La carretera de Castel Gandolfo de Derain
Esta obra la hizo en el año 1921 el artista francés André Derain. Y la realizó durante una estancia que hizo en Roma, ya que en esas fechas acudió a la capital italiana para supervisar en persona la construcción de los decorados que había diseñado para las representaciones de La boutique frantasque que iban a hacer los ballets rusos del genial Sergei Diaghilev.
Pero una vez en Roma, decidió alargar su estancia en la Ciudad Eterna ya que quedó cautivado por la belleza de la gran urbe italiana y por sus alrededores. De hecho, uno de los lugares que visitó fue Castel Gandolfo, un pequeño pueblo encantador a las orillas del lago Albano que se había convertido en la residencia de verano de los Papas, y aún hoy es famoso por esos visitantes ocasionales.
No obstante, Derain al quedar prendado por esta población investigó mucho más sobre ella y descubrió que el origen se remontaba hasta el siglo VI antes de Cristo, cuando se conocía como Alba Longa, y de hecho se considera que es uno de los lugares habitados más antiguos de toda la región del Lazio donde se ubica Roma. Así que consideraba que Castel Gandolfo proponía un viaje a la historia y lo quiso plasmar en las vistas de esta carretera rodeada de rocas y árboles centenarios.
El resultado fue esta pintura que hoy en día se conserva en el museo del Ermitage de San Petersburgo, en Rusia. Una obra que nos presenta un paisaje realmente severo y también monumental, unos adjetivos con los que el pintor identificaba a Roma y a toda su región. Una monumentalidad que queda refrendada por la presencia de una figura femenina recorriendo el camino. Una figura humana que realmente actúa como escala para que nos demos cuenta de las dimensiones de este escenario. De manera que también nos hace sentirnos diminutos a nosotros los espectadores ante las proporciones de la naturaleza y de la historia.
Todo ello no es algo casual, sino que durante su estancia en Roma y en Italia, Derain cambió su modo de pintar. Y en él se hicieron mucho más presentes dos artistas franceses del pasado que casualmente también habían hecho unos viajes a Roma que serían trascendentales en su trayectoria artística. Hablamos de Camille Corot y Nicolas Poussin, autores respectivos de obras como Castillo de Sant’Angelo o Et in Arcadia ego. Obras que ambos hicieron en Roma, y de las que Derain quería tomar la poesía del primero y la majestuosidad del segundo.