La Nobleza y la Virtud abaten a la Ignoración de Tiepolo
Lo primero que hemos de decir de esta obra de Giambattista Tiepolo, es que pese a lo que pueda parecer a simple vista no se trata de un fresco. Es una obra hecha en lienzo que inicialmente hizo entre 1744 y 1745 para otro palacio. Pero que con el paso del tiempo acabó en manos del Comune de Venecia que lo decidió incorporar al museo del Palacio Ca’ Rezzonico dedicado al arte del Settecento del que Tiepolo es un representante máximo.
Por cierto este Palacio Ca’ Rezzonico ya de por sí es una obra de arte, ya que es una de las mejores construcciones de carácter civil junto al Palacio Ca’ Pesaro del arquitecto Baldassare Longhena, el mismo que concibió la espectacular iglesia de Santa Maria della Salute.
La producción de Tiepolo oscila entre las pinturas de temática religiosa y las de carácter mitológico y alegórico. En este último campo se sitúa esta obra. Vemos un fondo que es el mismísimo cielo tan brillante como cristalino. Y sobre él destacan todas las figuras que componen esta alegoría, la gran mayoría de ellas integradas a la perfección en esa atmósfera. Si bien la que representa la Virtud, como gran protagonista, tiene una especial presencia gracias a sus tonos anarajandos.
En la obra se vuelve a manifestar que uno de los grandes referentes de este pintor veneciano fue su precedente Paolo Veronese, al que admira por obras como Alegoría del amor, donde aprecia su libertad a la hora de aplicar los colores, así como le fascina su enorme carga de sensualidad.
Lo cierto es que es muy curioso que este lienzo hecho para otro palacio haya acabado precisamente en Ca’ Rezzonico, ya que el propio Tiepolo varios años después de hacer esa obra, fue el encargado de pintar varios techos de las principales salas palaciegas, esta vez sí con pintura al fresco, y con su característico estilo ornamental o de “quadratura” en el que pintaba las arquitecturas para fingir un auténtico decorado para sus pinturas, como se puede ver en la techo del dormitorio principal, una pintura que hizo en 1757, y en la que se puede apreciar cómo ha evolucionado su concepto del arte hacia una estética cada vez más ornamental y rococó.