Arte

La partida de Max Beckmann

Publicado por A. Cerra

La Partida de Beckmann

Para comprender los cuadros del pintor alemán Max Beckmann (1884 -1950) se hace imprescindible conocer algunos datos y sucesos que jalonaron su biografía.

Bekcmann nació en el seno de una familia de granjeros, los cuales precisamente abandonaron el medio rural cuando nació él y se trasladaron a la ciudad de Leipzig, en el este de Alemania. Ahí pronto demostró sus actitudes para la pintura y siendo adolescente se trasladó a Weimar para estudiar en la Academia de Artes. Y también muy joven, antes de los 20, se casó y viajaron por lugares como París, Florencia o Génova hasta establecerse en Berlín en 1904.

Sin duda su pasión por el arte era imparable, pero iba a llegar un acontecimiento clave en su vida. Llegó la Primera Guerra Mundial, y allí sirvió en la atención hospitalaria. Pero tuvo que acabó dado de baja debido a sus crisis nerviosas. Desde entonces su pintura se volvió mucho más expresionista que en sus comienzos de carácter más impresionista.

Tras la Gran Guerra se convirtió en profesor de pintura en Frankfurt y allí permaneció hasta 1933, cuando los nazis consideraron que su arte era degenerado y lo expulsaron de ahí. Precisamente en esa época, a comienzos de los años 30 es cuando comenzó a pintor trípticos como el que vemos aquí. Una fórmula pictórica que se la influyó la contemplación de las obras de El Bosco.

En este caso es un tríptico titulado La partida, y fue el propio Max Beckmann quién dio las claves para entenderlo. “En la hoja derecha te ves a ti mismo intentando encontrar el camino en la oscuridad, iluminando el vestíbulo y la escalera con un miserable quinqué, arrastrando atado a ti, como parte de tu ser, el cadáver de tus recuerdos”.

Todo en el cuadro tiene un tono muy enigmático y sin duda está inspirado en el momento histórico que vivía Alemania y el propio pintor, ya que aquel año de 1933 había ascendido al poder Hitler. De ahí la parte izquierda con las torturas que sufren los seres humanos. Aún así hay cierta esperanza en la tela central donde una barca zarpa, una imagen de libertad que él describió así: “La libertad es lo único que importa. Es la partid, el nuevo comienzo”.

Algo que él experimentó en sus propias carnes, ya que tuvo que dejar su país y establecerse en Ámsterdam. Ahí vivió hasta 1947, cuando emigró a Estados Unidos. Allí moriría en 1950 a consecuencia de un ataque de corazón que sufrió cuando se dirigía al Metropolitan Mueseum de Nueva York a ver una exposición suya. En esta misma ciudad se encuentra hoy este cuadro, pero en otro de los principales museos de la Gran Manzana: el MoMA.