Los borrachos de Velázquez
Esta tela también tiene por título el Triunfo de Baco. Es un cuadro que pintó Diego Velázquez en el año 1628, y hoy en día es una de las joyas de la pintura del artista sevillano que se guardan en el Museo del Prado de Madrid.
La tela la hizo para el propio rey, para el que llevaba trabajando cinco años. Y sorprendentemente esta es la primera pintura de temática mitológica que realizó Velázquez. También la representación del protagonista, Baco, es el primer desnudo masculino que realiza. Por cierto, los parecidos son evidentes entre esta figura y el Baco de Caravaggio. La razón hay que buscarla en que el pintor italiano había trabajado mucho en Nápoles, por entonces gobernada por el rey español, así que a Velázquez le llegarían fácilmente las noticias sobre el arte del maestro del claroscuro.
Pero no es la única influencia visible. Otra muy clara es la de Rubens, al que había conocido hacía poco en la corte madrileña. De ahí saldría ese ambiente festivo y fabuloso de la escena, y que inunda muchas telas del pintor flamenco como por ejemplo El jardín del amor.
Esa atmósfera de jolgorio se funde con el toque de realismo caravaggiesco a la hora de pintar el sátiro con su copa de cristal, o los mendigos de vestidos pobres, rostros ajados y gestos de borrachos. Una imagen que contrasta con la claridad del propio Baco, que ni más ni menos que va a ser coronado como un dios. El dios del vino, obviamente.
No obstante, todavía nos queda por mencionar otro pintor que conocía bien Velázquez, Tiziano ya que había trabajado en el siglo pasado para el rey de España, el emperador Carlos V. Y muchos cuadros suyos los había visto en palacio.
De él, toma el naturalismo a la hora de afrontar la pintura. De hecho, Tiziano y su naturalidad siempre habían sido un referente para Velázquez, ya desde que pintaba personajes de su Sevilla natal como El Aguador. Una actitud que tenía ante los personajes reales, cotidianos y anónimos y que aquí traspasó a una escena mitológica.
Y otra nota común en muchos cuadros de Diego Velázquez es cierta ambigüedad. Aquí, podría hacer una parodia de un episodio mitológico. O quizás está satirizando sobre algún hecho literario. O recuerda una fiesta que sí que ha ocurrido. Aunque quizás sea un alegato del vino como fuente de inspiración, ya que a Baco no se le corona con una rama de vida, sino de hiedra, atributo de los poetas.
De una forma u otra, estamos ante una magnífica obra velazqueña. Una imagen de una potencia visual absoluta. Y si hemos visto como él se inspiró en maestros anteriores, Los borrachos también inspiraron a su vez a creadores posteriores. A muchos, pero algunos lo dejaron sumamente claro como es el caso de Manet, quién insertó en su Retrato a Zola, una reproducción en pequeño del cuadro de Velázquez.