Los compromisarios de Caspe de Marín Bagües
Este cuadro es representativo los mil y un caminos artísticos que se emprendieron a inicios del pasado siglo XX en diferentes países de Europa, con artistas siguiendo todas las tendencias imaginables. Es cierto que han pasado a la historia con mayúsculas grandes nombres como los de Kandinsky o Picasso que estaban revolucionando por completo el arte de la pintura, pero en paralelo había otras muchas opciones relativamente más tradicionales y a veces con un mayor apoyo popular e institucional.
Se podrían mencionar mil y un ejemplos, pero vamos a fijarnos en un pintor español, Francisco Marín Bagües (1879 – 1961). Este autor había dado sus primeros pasos como artista muy influido por corrientes un tanto retardatarias, como puede ser la pintura prerrafaelista de Dante Gabriel Rosetti. Si bien a partir de ahí fue haciendo sus propias variaciones personales.
Y este lienzo de grandes dimensiones en buena prueba de ello, ya que tiene cierto aire expresionista en la presentación de estos nueve personajes a modo de friso histórico y en los que más llaman la atención son los juegos de color y volúmenes que son los que le proporcionan cierto ritmo a la imagen. Todo ello herramientas expresivas de la pintura para realizar un obra de corte conmemorativo.
El cuadro se hizo en 1912 y con él se quería homenajear el quinto centenario del Compromiso de Caspe. Un evento trascendental en la historia del reino de Aragón y de toda España, ya que supondría la subida al trono de Fernando de Antequera, abuelo del futuro Fernando II el Católico que acabaría uniendo los reinos de Aragón y de Castilla.
Pues bien, en 1410 moría Martín el Humano sin descendencia y sin testamento que aclarara quien heredaba sus posesiones. De manera que los reinos de Aragón, de Valencia y el Principado de Cataluña se quedaban sin gobernante, así que decidieron convocar a 9 compromisarios para que decidieran quien sería el nuevo rey en todas esas tierras. Nueve personajes que representaban a las más altas escalas sociales y eclesiásticas, y entre los que estaban los más expertos en leyes y derecho.
Todos ellos se juntaron en la villa de Caspe, y en su Colegiata de Santa María la Mayor celebraron sus sesiones públicas, hasta que por fin votaron y decidieron quien sería el nuevo monarca de esos territorios: Fernando de Antequera, que pertenecía a la Casa de Trastámara y que ha pasado a la historia como Fernando I el Justo y el Honesto, rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y Córcega, duque de Atenas y de Neopatria, conde de Barcelona, del Rosellón y de la Cerdaña y durante un tiempo infante y después regente de Castilla.