Arte
Inicio Pintura, Renacimiento Madonna de la Candaletta de Carlo Crivelli

Madonna de la Candaletta de Carlo Crivelli

Publicado por A. Cerra

Madonna de la Candeletta de Carlo Crivelli

Carlo Crivelli pese a ser un pintor del Quattrocento, o sea, del primer Renacimiento, mantuvo una postura algo conservadora para algunos aspectos de su pintura, sobre todo manteniendo constantes de la tradicional pintura de Venecia, su ciudad natal.

Allí nació hacia el año 1433, teniendo como hermano otro pintor, Vittorio Crivelli. No obstante, cuando había iniciado su carrera, siendo un joven de 24 años se vio obligado a abandonar la ciudad de los canales para evadirse de la justicia. Algo que parece una constante en algunos artistas, como por ejemplo el escultor Benvenutto Cellini o el famoso pintor Caravaggio.

En su huida estuvo en tiempo en Dalmacia, territorio de la actual Croacia, así como en poblaciones de la región italiana de Las Marcas, hasta que finalmente se asentó en Ascoli, donde finalmente falleció hacia el año 1495.

A lo largo de todos esos años recibió diferentes influencias estilísticas de pintores tan variados como Francesco Squarcione, Andrea del Castagno o Cosme Tura. Sin embargo, como decíamos al comienzo, siempre se mantuvo fiel a elementos típicos del arte veneciano. En especial en lo referte al gusto por la ornamentación, muy recargada y casi siempre de carácter suntuoso, lo cual también le llevó a un preciosismo delicado a la hora de pintar.

Desde luego que esta gran tabla (215 x 75 cm) de la Madonna de la Candaletta que se conserva en la Pinacoteca de Brera en Milán es una buena muestra de ello. Pero es un constante en toda su producción que hoy podemos encontrar en diversas iglesias y museos de Italia, así como en lugares fuera del país transalpino como su representación de la escena de la Anunciación que está en la National Gallery de Londres.

Volviendo a la Madonna de la Candaletta, se trata de un óleo que realizó hacia el año 1490, cuando ya era un pintor en plena madurez creativa. En realidad, la imagen que vemos de la Virgen, tan solo es la tabla central de un amplio Políptico, donde están todas las características de su arte.

Tanto la Virgen como el Niño, son figuras de carácter anguloso y también de cánones muy estilizados. Lucen vestidos muy elegantes y refinados, pintados con todo lujo de detalle, sin desatender a la presencia de bordados o joyas. Y desde luego llama la atención la enorme guirnalda de flores y frutos que enmarca a María, convertida en el tradicional trono de su Hijo Jesús. Una representación que alcanza el rango de bodegón por momentos, lo cual también se aprecia en el simbólico jarrón con lirios que hay a los pies de la pareja.