Maison de Berlioz de Utrillo
Este cuadro lo pintó el artista postimpresionista Maurice Utrillo en el año 1914 y en la actualidad se conserva en el museo de L’Orangerie situado en un extremo del Jardín de las Tullerías de París.
Maurice Utrillo (París, 1883 – Dax, 1955) era hijo de la pintora Suzanne Velandon y del personaje bohemio Boissy, si bien tomó el apellido del periodista, pintor e ingeniero español Miguel Utrillo, sobre el cual siempre se ha especulado si fue su verdadero padre.
La personalidad de Utrillo es la típica de una persona de carácter débil, amante de los excesos, sobre los alcohólicos, lo que le llevó a realizar múltiples curas de desintoxicación, ninguna exitosa. Debido a su tipo de vida y a su carácter, sus pinturas de París suelen presentar espacios muy sórdidos acordes con su habitual estado de ánimo.
Tras unos comienzos pictóricos en los que se deja influir por la pintura impresionista, a partir del año 1907 comienza su llamada etapa blanca, alejándose así del Impresionismo, y a esta fase pertenecería su obra La Maison de Berlioz.
Pese a su vida bohemia y nocturna, se trata de un artista extraordinariamente fecundo, y no sólo como pintor, sino también como decorador e incluso diseñador de vestuario para obras de teatro. Durante una temporada formó con su propia madre y su amante de entonces, André Utler, la conocida como Trinité maudite (trinidad maldita), siendo un referente de la pintura por sus excentricidades, su vida disoluta y autodestructiva. En esa línea también hay que enmarcar su estrecha amistad con el pintor italiano y residente en París, Amadeo Modigliani, con el que compartió célebres fiestas báquicas.
Utrillo ha pasado a los libros de Historia del Arte como uno de los pintores más insignes del barrio parisino de Montmartre, el cual por entonces era realmente un suburbio de la ciudad y no uno de los barrios más turísticos de París, como lo es en la actualidad.
Precisamente en este barrio se encontraba la casa del músico Hector Berlioz, un compositor del Romanticismo, cuya obra más famosa es su célebre Sinfonía Fantástica, que es un grandioso ejemplo de sus osadas partituras, casi siempre de inspiración literaria y sin espacio para las convenciones.
Hoy en día la casa que se nos muestra en el cuadro está derruida, pero a Utrillo en su momento le sirvió como emplazamiento para componer una curiosa imagen en la que vemos la casa en esquina, entre dos calles a las que dan dos fachadas donde tan solo se observan dos ventanas.
La imagen es un buen ejemplo de la pintura de Maurice Utrillo, quién usaba una paleta de colores bastante restringida y dominada por los tonos claros. Unos colores con los que siempre construía unas composiciones muy sólidas y equilibradas.
En realidad, Utrillo pese a los antecedentes artísticos de su madre, fue un pintor muy autodidacta, que volcó sobre todo en sus obras su carácter melancólico, manifestado especialmente gracias a sus características tonalidades tan grisáceas y cercanas al blanco.