Manifiesto intervencionista de Carrá
El artista Carlo Carrá es uno de los máximos representantes del movimiento futurista de los primeros años del siglo XX. En este caso vemos uno de sus collages realizado en el año 1914.
La obra es un buen ejemplo de tipo de realizaciones de este grupo de artistas italianos, que buscaban una repercusión lo más masiva posible, para lo que no dudaban en recurrir a la publicidad de la época para propagar sus llamados manifiestos. E incluso, en muchas ocasiones también añadían actuaciones muy provocativas para generar interés.
Su objetivo era generar un arte que se convirtiera en una intervención deliberada y militante en favor de la modernidad, cuya efervescencia en aquellos tiempos es evidente. Por eso sus obras se identifican con los signos más espectaculares de aquella sociedad industrial y urbana. De ahí que sea habitual que en sus obras aparezcan máquinas y representaciones de la velocidad, ya que el movimiento y la energía siempre están presentes en sus imágenes. Y a veces, incluso la violencia, como en este caso en el que se alude a la Primera Guerra Mundial.
En paralelo al movimiento pictórico del Futurismo, también hubo escritores que compartían estos mismos objetivos. Especialmente, Marinetti quién su Manifiesto del arte futurista redactado en 1909 escribió que: “ya no hay belleza sino es en la lucha. Ninguan obra que no tenga carácter agresivo puede ser una obra de arte. Nosotros queremos glorificar la guerra, el militarismo, el patriotismo, el grito destructor de los libertarios”.
Con estos preceptos, artistas como Carlo Carrá optaron por una pintura repleta de significados, siempre plasmados a partir de formas muy dinámicas.
En este caso recurrió a la técnica del collage, algo que lo emparenta con obras cubistas de sus contemporáneos Braque o Picasso. Para esta composición se inspiró en un hecho real, concretamente en cuando avistó una avioneta que lanzaba folletos sobre piazza del Duomo de Milán.
Pero en este collage además de usar recortes de periódicos y trazos de pintura también incorpora diferentes tipografías, que contribuyen a lanzar su mensaje. De hecho, de alguna forma es un poema visual. Todo lo concibe partiendo del centro geométrico de la obra, y a partir de ahí se van expandiendo círculos concéntricos hacia el exterior y numerosas líneas de fuerza que generan ese movimiento del interior al exterior.
Si en el caso de los collages cubistas, todo era una cuestión mucho más estética, aquí se trata de algo completamente efectista. Buscan implicar al espectador, y para ello no duda en crearle agitación por medio de su dinamismo y sus formas turbulentas.