Oloron Sainte Marie de Manet
En el primer año de la guerra entre Francia y Prusia, concretamente en el mes de septiembre los prusianos van venciendo sin paliativos tras la célebre victoria en Sedan, lo cual les allanaba el camino hacia París. Justo en esa época, el pintor Edouard Manet estaba alistado en la Guardia Nacional, pero aún así fue capaz de organizar la huida de su familia hacia el sur del país. Aunque él debió esperar al año siguiente para ser desmovilizado del ejército para poderse reunir con su familia cerca de los Pirineos.
En concreto el lugar elegido es la población de Oloron Sainte Marie, una localidad ubicada en pleno Camino de Santiago hacia España como atestigua su excatedral románica de Santa María. La típica ciudad de montaña regada por fuertes ríos y con aires algo señoriales. Precisamente junto al río Ossau y en la elegante Maison Souviron es donde pasó una temporada Manet.
Y desde la última planta de dicha Maison Souviron es donde pintó este lienzo que hoy se conserva como parte de la colección privada Bührle en Zürich (Suiza). La casa todavía se mantiene en pie en la actualidad, aunque la terraza desde la que Manet pintó el cuadro en 1871 no es accesible hoy en día.
Es un cuadro muy propio del personalísimo estilo de Manet, todo un experto en hallar singulares armonías de color, eso sí usando pocos tonos. Vemos paredes ocres, columnas rojas, los tejados de pizarra azulados y las contraventanas de madera cerradas en tonos verdes. Y sobre el suelo un gato blanco. Un animal que quizás sea un guiño a su amigo Baudelaire que tiempo atrás había publicado un relato sobre felinos. O quizás también sea para hacer un homenaje a su otro amigo Zola, quién consideraba que siempre era necesario tener un punto brillante cerca.
El hombre que se asoma al balcón posiblemente se trate del propio Manet absorto en sus pensamientos y reflexionando con mucha inquietud sobre la situación de su país, de su país y de su carrera profesional como pintor. Una faceta que no dejó durante todo ese tiempo de exilio ya que por ejemplo, un tiempo después cuando fue a Burdeos también nos dejó alguna obra magnífica como la que hizo en el puerto fluvial junto al río Garona.
Por lo demás, el cuadro de Oloron Sainte Marie es una estupenda vista de la localidad, y lo cierto es que con una perspectiva tan parcial fue capaz de captar la atmósfera del lugar, e incluso ahora, más de 150 años después, todavía son reconocibles algunas de las construcciones que aparecen pintadas en el lienzo.