Paisajes de Wayne Thiebaud
Dada la variedad temática en la carrera pictórica y la extensa vida del estadounidense Wayne Thiebaud (1920 – 2021) es muy complicado resumir su trayectoria y definir su valor como artista.
Fue un hombre que desarrolló gran parte de su producción en el estado de California, aunque él había nacido en la vecina Arizona. Pronto vio que podía ganarse la vida con los pinceles y comenzó a hacerlo dibujando para Walt Disney Studio, trabajando en algunos de sus personajes más clásicos e icónicos de la factoría. Si bien también muy pronto emprendió su labor como docente, algo que prácticamente no abandonaría a lo largo de las siguientes décadas.
Pero en paralelo se dedicó al cómic, al escaparatismo o a montar una cooperativa de artistas en la ciudad de Sacramento, donde acabó instalándose. El punto álgido de su fama llegó en los años 60 del pasado siglo. Fue entonces cuando entró en contacto don varios pintores del Pop Art como Robert Rauschenberg o Jasper Jones. Por eso y también por sus famosos bodegones de tartas, helados o perritos calientes se le ha vinculado con ese movimiento. Si bien su estilo es bien diferente, e incluso no ha dudado nunca en criticar por ejemplo la pintura de Andy Warhol de la que detestaba sus colores tan planos.
Una muestra de lo diferente que es su campo de acción es esta pintura de Blue Hill, la conocida como Colina Azul que se eleva muy cerca de Sacramento y que retrató en diversas ocasiones. Una obra pintada entre los años 1967 y 1968, y que en la actualidad está en manos de un coleccionista privado que la adquirió por una considerable cantidad de dinero.
Aquí se puede ver que ni el interés por el tema paisajístico ni su colorido tienen nada que ver con el espíritu del Pop Art. Y es que Thiebaud aquí juega con la forma de la montaña, que la presenta a una escala desmesurada, algo que todavía se potencia más por los tonos oscuros con que la pinta. Todo muy brutal, más aún en comparación con la delicadeza que aplica a los árboles individualizados que coloca por la cresta de la montaña.
Mientras que no solo se centró en pintar paisajes naturales. También le atrajeron las vistas urbanas. Como su cuadro de Potrero Hill en el que muestra el paso de un autobús por las carismáticas cuestas de la ciudad californiana de San Francisco. Si bien, en este tipo de paisajismo aplica unos criterios mucho más cercanos al realismo. Una más de las distintas vertientes creativas que jalonan la creatividad de este importante y longevo pintor norteamericano.