Regata en Henley de Dufy
Entre los años 1933 y 1934, Raoul Dufy pasó varios meses viviendo en la Gran Bretaña. Fue entonces cuando pintó esta obra. En general, durante esta estancia británica, Dufy se dedicó principalmente a pintar a las clases más altas en sus entretenimientos más habituales, siempre planteando una visión de esas costumbres desde un tono bastante divertido, e incluso con mucha ironía. De hecho, el mismo Dufy cuando le preguntaban porque se dedicaba a pintar ese tipo de escenas tan banales, respondía comparándose con J. H. Fragonard, y decía que si aquel pintor rococó pudo disfrutar de su época, porque no lo iba a hacer él de la suya.
Durante ese tiempo en Inglaterra, frecuentó en más de una ocasión los famosos hipódromos de Ascot o Epsom, así como las regatas de velero de Cowes, y por supuesto se acercó hasta las competiciones de remo de Henley-on-Thames, donde pintó este cuadro que lleva por tema y título la Regata de Henley.
Es curioso observar las diferentes licencias que se permitió pintar el artista, y que dan toques de cierta irrealidad a la escena. Por ejemplo, las aguas del río son de un azul intenso y llegan hasta una orilla verde, que en realidad simula ser una amplia playa mediterránea. Y aún más chocante es observar las embarcaciones que participan en la regata, entre las que aparece una góndola, algo impensable en la carrera.
Esta obra es un buen ejemplo de la producción que hizo Dufy durante los años 30 del pasado siglo XX. Un periodo en el que su arte se caracteriza por tener un carácter brillante, alegre y vigoroso. Y sobre todo es muy libre a la hora de construir sus escenas, como por ejemplo aquí en la que vemos que no presta excesiva atención a las cuestiones relativas a la perspectiva, y más bien se basa en amplias manchas de color aplicado con la técnica del gouache. Un colorido vibrante que se superpone a las típicas líneas de su dibujo, siempre de inigualable simplicidad. Algo que fue una constante en todo su arte tremendamente influenciado por el Fauvismo.
La mayor muestra de ese predominio del color y de la poca preocupación por la perspectiva se puede apreciar en los tres motivos que llaman poderosamente la atención. Se trata de las tres banderas que parecen colgar del propio cielo. Se trata del estandarte real de Gran Bretaña, de la propia bandera del país y de la bandera de la Armada. Su colorido brillante irradia a toda la tela y hace que toda la escena se bañe de una atmósfera festiva, y de hecho estos tres elementos ocupan el primer plano y toda la mitad superior del cuadro.