Retablo de San Pedro y San Pablo de Kulmbach
Hans Suess von Kulmbach (h. 1482 – 1522) es uno de los pintores de Alemania más importantes de su singular periodo renacentista. Ni más ni menos que tuvo el privilegio de ser jovencísimo alumno del gran Alberto Durero en la ciudad de Nuremberg. Y después también estuvo en el taller de Jacopo de Barbari, en la misma ciudad. No obstante, con el paso de los años alternó sus trabajos en Nuremberg con los que hizo en Cracovia, urbe polaca donde residió por un tiempo y por entonces muy vinculada con esta zona del este de la actual Alemania.
De hecho, este Retablo de San Pedro y San Pablo lo realizaría hacia el año 1510 para clientes de Polonia, aunque en la actualidad, las 8 tablas pintadas al óleo que lo componían se guardan en Italia, concretamente en la Galería de los Uffizi de Florencia.
El caso es que fue un artista muy cotizado en su época, sobre todo por su natural habilidad para dotar de color a sus imágenes, tanto fueran retablos como retratos. Un colorido para el que prefería pintar sobre tablas muy claras y de gran luminosidad. Si bien desarrolló su trabajo con varias técnicas artísticas, como la xilografía e incluso la pintura en vidrio.
Un pintor muy interesante que supo fundir la tradición germánica y el aprendizaje con Durero con otras influencias llegadas de la pintura italiana o de la conocida como Escuela del Danubio.
El resultado de todo ello se aprecia en las tablas del Retablo de San Pedro y San Pablo. Por cierto, unas pinturas sobre tabla que estaban destinadas en origen a adornar las alas exteriores de este retablo dedicado a los dos apóstoles. Mientras que en el interior había tanto figuras talladas como unas alas interiores dominadas por unos relieves de gran plasticidad. Un conjunto espectacular y que se cree que fue el primero que realizaría el taller de Kulmbach para sus clientes iniciales en Cracovia, antes de que se marchará allí por unos años.
En cuanto a las pinturas en sí, se trata de escenas que aunque aparentemente complejas, en realidad tienden a la simplicidad y lo austero. Por ejemplo, son habituales que haya muchos personajes pero los trata como un grupo unitario, una especie de masa, muy bien definida eso sí, y al fondo desarrolla un paisaje o un interior.
De hecho, estos interiores son muy novedosos en la época, y le dan para tratamientos algo más complejos compositivamente, tal y como se ve en la escena de la Predicación de San Pedro que os mostramos más arriba.