Retrato de Johannes Wtenbogaert de Rembrandt
En la Holanda del siglo XVII los retratos de grupo se convirtieron en toda una tradición. Y en este sentido son famosas las creaciones para gremios y grupos que realizó Franz Hals, como por ejemplo con su célebre Banquete de los arcabuceros de San Jorge de Haarlem. O el propio Rembrandt autor del Síndico de pañeros, e incluso de la famosa Lección de anatomía, que al fin y al cabo no es más que el retrato de un grupo de profesionales, en este caso no festejando, sino desarrollando sus trabajo.
Pero eso no significó que no se hicieran muchos otros retratos individuales a los personajes más destacados. Y como muestra aquí tenemos la efigie que Rembrandt hizo en 1633 de Johannes Wtenbogaert, uno de los personajes más influyentes de su tiempo, ya que como predicador protestante se convirtió en consejero de gobernantes y hasta del príncipe.
Fue un teólogo que apostaba por una línea más tolerante dentro de la iglesia, y eligió a un Rembrandt recién llegado a Ámsterdam para hacerse este retrato en el que se nos presenta como un tipo austero, algo muy propio del Calvinismo. Pero al mismo tiempo en su mirada, tímida y curiosa, se manifiesta su inteligencia.
Algo que sin duda supo captar y reflejar el artista, quien por otra pare nos lo pintó con un realismo absoluto, sin dejarse ni una sola de sus arrugas en cara y manos, o sin darle el tono cutáneo oportuno que nos habla de un personaje con algún tipo de enfermedad.
En general, podemos decir que los retratos de los grandes pintores del Barroco Holandés, como son Hals o Rembrandt, son de un enorme realismo al igual que poseen una penetración psicológica de cada personaje al que pintan. Unos retratos que a veces nos presentan a los sujetos en actitudes un tanto informales. Eso se debe a que en otros territorios de Europa, como el caso de España, Francia o Inglaterra, por esos años se hacen retratar casi siempre aristócratas y lo hacen por pintores que viven casi en exclusiva de los encargos de la corte. Por lo tanto, todos se atienen a unas normas protocolarias muy establecidas y casi insalvables.
Sin embargo, en el caso de Holanda, muchos de esos retratos están protagonizados por comerciantes, militares o clérigos como en este ejemplo. De manera que hay una mayor libertad a la hora de la representación, lo cual también les hace más humanos, así como pueden aparecer en poses o entornos que al mismo tiempo aportan algo de información sobre la personalidad o carácter del retratado.