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Retrato de un hombre de Philippe de Champaigne

Publicado por A. Cerra
Retrato de un hombre de Champaigne

Retrato de un hombre de Champaigne

El pintor francés Philippe de Champaigne (1602 – 1674) es relevante dentro de la historia del arte barroco francés por sus pinturas para grandes palacios e iglesias parisinas. Y es que dentro de su producción hay que citar la decoración que para el Palacio de Luxemburgo colaborando con un joven Poussin, cuando ambos estaban a las órdenes del pintor Nicolas Duchesne.

También merece la pena hablar de su obras para el Palacio de las Tullerías, y sobre todo para la Catedral de Notre Dame o la Capilla de la Sorbona, ya que su arte religioso es muy importante tanto para su prestigio como artista como en su vida personal, ya que llegó un momento que se unió a la corriente del Jansenismo que abogaba por una vida virtuosa y casi ascética. Una austeridad que él llevó también a su modo de pintar.

Pero aparte de eso también pintó muchos retratos, incluso a personajes tan relevantes en su época como el Cardenal Richelieu al que retrató hasta en 11 ocasiones. Y dentro de esa producción retratística también se halla este Retrato de un hombre realizado en 1650 y que se conserva en el Museo del Louvre de París.

Esta misma obra también se ha identificado como un Retrato de Robert Arnauld, adalid de la corriente jansenista. Desde luego el estilo tan sobrio de la obra podría hacer pensar que se trata de este personaje al cual admiraría el pintor. Y es que en la tela vemos a un hombre de avanzada edad que nos transmite con su mirada sobre todo sus inquietudes espirituales.

Sin embargo, los investigadores han ido rechazando esta identificación básicamente por dos motivos. En primer lugar, porque el rostro del personaje no coincide con otro retrato que se le realizó por parte de otro pintor. Y además, se supone que en 1650, Robert Arnauld tendría 27 años y un aspecto muchísimo más joven que la figura de este cuadro.

En cuanto al estilo de este cuadro y de muchos de sus retratos hay que valorar mucho la influencia flamenca. De hecho, el pintor tenía ascendientes de Brabante y residió durante un tiempo en Bruselas. Así que debido a esa influencia, el artista pone el foco a la hora de retratar en los rostros y las manos. Y desde luego, también es muy flamenco su exacta objetividad a la hora de afrontar el retrato. No obstante, Champaigne tiene una forma de retratar muy particular, ya que fue capaz de unir esas influencias del norte con las armonías más típicamente francesas.