Serie Constelaciones de Joan Miró
La obra que aquí mostramos es una de las últimas que realizó en 1941 Joan Miró para su serie Constelaciones. En total fueron 23 creaciones obre papel, materializadas con pintura de gouache, o aguada de óleo o incluso con el empleo de carboncillo. Todas ellas concebidas como instrumentos para plasmar un particular e imaginativo universo que le permitiera evadirse de la triste realidad y el contexto histórico en el que vivía.
Y es que esta serie la inició en el año 1939, cuando ya se había alejado de España huyendo de la Guerra Civil y se había refugiado en la región de Normandía, al norte del territorio francés. Un lugar donde contempló como estallaba la Segunda Guerra Mundial. Motivo por el cual también abandonó esa parte de Francia para recalar en 1941 en la isla de Mallorca y después en el pueblecito catalán de Montroig, donde disponía de una casa familiar que siempre le inspiró por ejemplo para obras como su célebre La Masía.
En definitiva que todo ese momento histórico y las sensaciones que le producían tan terribles acontecimientos al artista le inspiraron esta serie de obras. Las cuales fueron concebidas como una auténtica evasión mental. En ellas se volcó y se agarró a una meticulosidad casi obsesiva. Inicialmente, en las primeras que pintó en Normandía, aparecen los motivos más habituales de la iconografía de Miró, muy destacados a un tamaño mayor sobre fondos saturados. Mientras que en las últimas, las que ya realizó en España, esos mismos motivos son más pequeños y parecen formar una red entre ellos, ya que muchos quedan unidos entre sí como finas líneas continuas.
Esas líneas recuerdan las formas imaginarias de las constelaciones estelares y las sendas luminosas que ellas generan. Pero en este caso los puntos no son solo estrellas, son signos habituales en la obras de Joan Miro, sin que falten los pájaros o mujeres. Es su propio mundo o mapa celestial. En el que todo está regido por la armonía y una profunda poesía que sobre todo traslada las ideas de libertad y de evasión.
Lo curioso es que todas las obras de esta serie están perfectamente secuenciadas, ya que cada papel está fechado, de modo que se puede ver como un largo y minucioso relato del estado de ánimo del pintor. Quien además nos da más pistas sobre ello mediante los títulos de cada cuadro. Como en este caso que se titula: El pájaro bello descifrando lo desconocido a una pareja enamorado. Una imagen que hoy es una de las grandes obras del Surrealismo que atesora el MoMA, el Museo de Arte Moderno de Nueva York.