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Sirgadores en el vado de Repin

Publicado por A. Cerra

Sirgadores en el vado de Repin

A veces solemos relacionar el estilo del Realismo del siglo XIX únicamente con los grandes artistas franceses de ese momento como son Gustave Courbet y su famoso Entierro de Ornans, Francoise Millet y sus Espigadoras u Honoré Daumier y sus acuarelas.

Sin embargo, el Realismo se dio en muchos otros lugares de Europa. Hay que pensar que ya se pintaba con un criterio realista en cuanto al parecido entre lo natural y lo pintado. Esa base generalizada hizo que el Realismo como corriente triunfara, ya que no era solo representar con fidelidad a los modelos. Iba más allá.

Se buscaba traducir en pintura ciertas ideas, tradiciones o situaciones de su tiempo. Eso dejaba de lado los asuntos más manidos de la pintura anterior, tanto romántica como neoclásica. Es decir, se dio la espalda a los temas mitológicos, religiosos, históricos o exóticos. Y se optó por pintar la realidad contemporánea. Y en muchas ocasiones en sus aspectos menos vistosos y estéticos. Temas vulgares, humildes, inútiles y hasta indignos fueron el objeto de atención de los artistas.

Sin duda aquello tenía algo de revolucionario, más aún cuando se planteaba algún tipo de enfrentamiento o comparación con las clases más ricas y conservadoras. Y todo eso se dio a mediados del siglo XIX en muchos lugares, casi todos de Europa. No hay que olvidar que fue una época bastante convulsa en cuanto a movimientos obreros y enfrentamientos sociales.

Los ejemplos en forma de cuadro abundan, pero hoy os traemos este lienzo de 1870 pintado por el artista ruso Ylia Yelimovich Repin. Una obra titulada Sirgadores en el vado y que se encuentra en la Galería Tretiakov de Moscú.

El cuadro nos muestra como unos hombres se tienen que meter en las aguas y con su fuerza bruta tirar de una cuerda para mover una embarcación. Un trabajo sin duda muy duro. Desde luego un tema idóneo para una pintura realista, donde se plasma toda la intensidad de su esfuerzo. Una imagen que obviamente en la Rusia zarista se pudo entender como una metáfora de la opresión y el sometimiento que sufría el pueblo ruso por parte de su aristocrática clase dirigente.

La obra la pintó este autor como parte de una serie de imágenes en la que recreó su viaje por el río Volga. Allí se dedicó a observar de cerca la vida de sus orillas y conoció en persona a estos remolcadores humanos llamados burlaki.

Unos personajes que para él ejemplifican a la perfección las virtudes del pueblo llano ruso y su situación casi de esclavos era sinónimo del resto de la población.