Tres payasos de Rouault
Georges Henry Rouault fue un artista francés que nació y murió en París en los años 1871 y 1958, respectivamente. A lo largo de todos esos años dejó una amplísima producción pictórica ya que era un trabajador infatigable. Y sobre todo se trata de un personaje de un estilo muy personal y por lo tanto bastante inclasificable como demuestran algunas de sus obras maestras como La Crucifixión.
Dentro de su amplio legado artístico es de destacar los numerosos cuadros que dedicó al mundo del circo, y más concretamente a los payasos. Algo que fue bastante habitual en diversos artistas de finales del siglo XIX como es el caso de Georges Seurat o Henri Toulouse Lautrec, e incluso durante los primeros años del siglo XX cuando artistas como Pablo Picasso también eligieron sus modelos entre los payasos de la época.
El motivo de elección de este tipo de personajes circenses, es que es un momento en el que se buscan modelos que se alejen de los prototipos establecidos en el pasado. Y se quiere pintar elementos vivos, peculiares, y sobre todo gentes que sienten, aman y sufren. Por ello eligió a los payasos, detrás de cuyos disfraces y maquillaje hay unas personas de carne y hueso. De esta manera los payasos se convierten en una especie de tipos anticlásicos que se alejan de los convencionalismos, además de que estéticamente es indudable que tiene su propio atractivo basado en su colorido, sus ropajes y sus máscaras.
Aunque, como ya se ha dicho, pintar payasos y personajes de circo ya tenía su antecedente en algunos pintores postimpresionistas, los payasos de Rouault tienen mucha más relación con otro artista más contemporáneo a él, James Ensor, uno de los primeros pintores que se adentró en los caminos del Expresionismo.
En ambos casos, se decantan por pintar personajes enmascarados, de aspecto un tanto grotesco en el que cobran especial importancia los rostros casi deformados por el maquillaje, como se puede ver en esta obra de los Tres Payasos, cuya pose no es de animación, risas y diversión precisamente.
Todo lo contrario, nos los presenta en una actitud bastante triste. Y es que para Georges Rouault, los payasos se convierten en paradigmas de la existencia humana. No se trata de seres graciosos que nos provoquen la risa, sino de imágenes dominadas por una infinita tristeza, y que sobre todo reclaman la compasión por parte del espectador.
Y en cuanto al estilo pictórico de Rouault, esta obra se puede considerar emblemática, ya que muestra las principales características. Tiene mucho de su carácter expresionista plasmado en la deformación de las figuras, así como es típico en él hacer un silueteado en negro de las formas para luego aplicar el color de forma muy violenta y sin modelado alguno.
También es habitual en sus obras recrearse en cierto feísmo, hasta llegar a una representación casi brutal y despiadada de las debilidades humanas, a lo cual ayudan los rotundos contrastes de colores entre los luminosos y los opacos, así como sus característicos juegos de texturas.