Venus y Cupido de Lucas Cranach
Estamos ante la primera imagen de la pintura alemana que se conserva de una diosa completamente desnuda. Una pintura que realizó en el año 1509 el artista Lucas Cranach “El Viejo” y que en la actualidad forma parte de la impresionante colección de pintura del Museo del Ermitage de San Petersburgo, en Rusia.
Esta fue la primera vez que realizaría semejante temática Lucas Cranach (1472 -1553) pero no sería la última vez que realizara desnudos como se puede ver en otras obras suyas como Venus en un paisaje o La Edad de Oro. Y hemos dicho que se trata del primer desnudo alemán de una diosa mitológica, lo que no significa que no haya desnudos femeninos, y basta recordar la Eva de Durero que pintó en 1507.
Y también hemos dicho que es la primera que se conserva, porque está documentalmente acreditado que los aristócratas y nobles germanos solían decorar las estancias de sus residencias con unas características estampas de dioses profanos desnudos.
Pero volviendo a la imagen de Cranach, estamos ante un cuadro que realizó después de su traslado a Wittemberg, una ciudad muy influida por el Humanismo y el Renacimiento, algo que se nota en su pintura, además de que en esa época fue cuando más encargos laicos realizó.
Además hay que tener en cuenta que en la Alemania de finales de la Edad Media, la figura de Venus en ocasiones llevaba aparejado cierto carácter temible y albergaba fatalidad. Sabiendo eso es como se entiende el texto poético que acompaña la imagen. Allí se lee “Contra Cupido lascivo lucha con toda tu alma, a fin de que ciega no caigas en las redes de Venus”
Es decir, era como una especie de aviso para prevenirse del sexo y del amor, lo cual por otra parte contrasta enormemente con la carga de sensualidad que tiene la imagen y las formas de la mujer completamente desnuda y cumpliendo con los cánones de belleza de su tiempo, donde se tendía a mujeres orgullosas de sus curvas, sus pechos y sus caderas, lo cual evidentemente tiene su atractivo sexual además de plasmar el papel reproductor de la mujer.
En definitiva, que este cuadro alemán tiene muchas más similitudes con las obras italianas que con otras de tradición germánica, si bien esos fondos oscuros nos remiten inmediatamente al citado desnudo de Eva que realizó Albert Durero como pareja del cuerpo, también desnudo, de Adán. Aunque Durero tapó los órganos genitales de ambos personajes, mientras que eso no lo hace Cranach que viste a su Venus únicamente con una gasa, transparente, y no juega con ningún elemento, ni postura, para tapar su anatomía.
Es interesante notar que la representación de Venus y Cupido en la obra de Cranach también refleja una transición cultural y artística. Durante el Renacimiento, hubo un resurgimiento del interés por la mitología clásica y las figuras mitológicas como Venus se convirtieron en símbolos de belleza idealizada y amor. Cranach, influenciado por este renacimiento cultural, adoptó estos temas y los reinterpretó a través de su lente germánica.
La técnica de Cranach en este cuadro es también digna de mención. Utiliza una paleta de colores rica y cálida que resalta la piel de Venus, dándole un brillo casi etéreo. Los detalles en la textura de la gasa transparente y el contraste con el fondo oscuro muestran su maestría en el uso de la luz y la sombra. Además, la expresión de Cupido, con su mirada traviesa y su postura juguetona, añade una capa de dinamismo y narración a la obra.
Otro aspecto notable es la influencia de la Reforma Protestante en la obra de Cranach. Aunque «Venus y Cupido» fue pintado antes del auge de la Reforma, Cranach se convirtió en un amigo cercano y partidario de Martín Lutero. Esta relación influyó en su trabajo posterior, donde a menudo se pueden ver temas religiosos y morales. Sin embargo, en «Venus y Cupido», Cranach parece estar más centrado en explorar la belleza y la sensualidad, aunque con un toque moralizante, como se ve en el texto que acompaña la pintura.
Finalmente, la obra de Cranach ha dejado un legado duradero en la historia del arte. Su habilidad para combinar influencias italianas con tradiciones germánicas creó un estilo único que ha sido estudiado y admirado durante siglos. «Venus y Cupido» no solo es un testimonio de su talento artístico, sino también una ventana a la rica tapeztería cultural y social de su tiempo.