Victor Chocquet de Cezanne
Paul Cezanne ha pasado a la Historia del Arte por su peculiar visión del arte dentro de la heterogénea época del Postimpresionismo, donde él con sus famosos bodegones e incluso con la serie de paisajes que realizó como los de la Montaña de Saint Victoire está considerado como un verdadero precedente del arte cubista que llegaría unas décadas después con la irrupción de Pablo Picasso y George Braque.
Sin embargo, el arte de Cezanne también está plagado de cuadros donde aparece la figura humana y donde experimenta con sus formas. Un buen ejemplo son las muchas veces que pintó mujeres desnudas en sus habituales bañistas. E incluso también hizo retratos, a veces usando un modelo que le servía para sus experimentos estéticos como puede ser cuadro del Muchacho del chaleco rojo y otras con personajes a los que le realiza un retrato a su manera. Lo hizo por ejemplo con su esposa y también a este peculiar personaje de Victor Chocquet al que retrató en diversas ocasiones, como en esta tela de 1877.
En realidad, a Chocquet no solo lo pintó Cezanne. También posó para otros artistas de la época como Renoir. Y es que Victor Chocquet fue un funcionario del Ministerio de Aduanas que era un auténtico enamorado del arte de su tiempo, y por eso comenzó una interesante colección y no faltaron en ella los retratos.
No es que fuera un personaje extraordinariamente rico, pero supo ver en el arte impresionista lo que otros no vieron, un adelantado, por lo que compró obras a Monet, Pissarro, Renoir o Cezanne a unos precios que hoy consideraríamos ridículos.
Y además fue pintado por algunos de estos genios, como vemos en este cuadro. Cezanne lo pintó como en este caso solo el busto, y otras de cuerpo entero, pero siempre con un especial interés en la captación psicológica del personaje, al que vemos con una mirada perspicaz pero también concentrada en su mundo. Y mientras Chocquet se hacía con estas joyas, los críticos de la época se afanaban en atacar estas obras. Por ejemplo, de esta, cuando fue expuesta en la tercera exposición de los impresionistas dijeron que no había detalle, ni dibujo, ni contornos definidos.
En cambio, no supieron ver todo el poderío de Cezanne, visible en unas pinceladas vigorosas y firmes. Unas pinceladas extraordinariamente cargadas de pintura, cada una de ellas como si quisiera tallar una figura monumental y sólida, porque aunque en este momento Paul Cezanne todavía va de la mano de algunos impresionistas, ya se aprecia que es un artista diferente, y que sus pinturas no tienen la fugacidad de ese estilo y poseen una presencia más consistente y rotunda, algo que se acentuará bastante más en los siguientes años.