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Virgen y el Niño con San José y San Juan Bautista de Pontormo

Publicado por A. Cerra

Virgen y el Niño con San José y San Juan Bautista de Pontormo

Pontormo (1494 – 1557), o lo que es lo mismo Jacopo Carucci, es uno de los primeros pintores a los que hay que considerar manieristas. Y curiosamente, mientras que siempre se dice que este periodo y estilo está inspirado en Miguel Ángel y su “maniera” de pintar, los referentes de Pontormo fueron otros. Por ejemplo tuvo como maestros a Leonardo da Vinci, pero también a Piero de Cosimo, y sobre todo su gran modelo inicial fue Andrea del Sarto.

De él aprendió mucho, pero si comparamos la Virgen y el Niño entre San Mateo y un ángel de Andrea del Sarto, y este cuadro de La Virgen y el Niño con San José y San Juan Bautista, vemos que es un estilo bien diferente.

Vemos que el cuadro de Jacopo Pontormo es una composición mucho más abigarrada, y con la personalísima fórmula de agrupar los personajes en tumulto que también podemos ver en cuadros como su Descendimiento de Jesucristo.

Igualmente es muy habitual en él que alargue los cuerpos e incluso que le dé una presencia voluminosa y casi monumental como podemos ver en esta Virgen María. Una sensación a la que sin duda ayuda el juego de contrastes de color, a base de los complementarios, el rojo y el verde, los cuales a su vez se equilibran y aplacan un poco por la luz que emana del cuerpo desnudo del Niño Jesús.

Todo está muy estudiado y compensado. Es una obra de aproximadamente el año 1522, y aunque por entonces Pontormo todavía no ha cumplido los 30 años, sin embargo podríamos decir que es un trabajo de madurez, dada la calidad de este cuadro y sus novedades estéticas. Una obra que hoy en día se conserva en el Museo del Hermitage ubicado en la ciudad rusa de San Petersburgo.

Hay que tener en cuenta que para entonces ya había trabajado para los Medicis y había conocido de primera mano toda la trayectoria artística de su ciudad, Florencia. Por lo que contaba con una sólida formación que se sumaba a su talento natural. Por ello en los años siguientes desarrolló una importante carrera con multitud de encargos tanto en pintura de caballete como en algunos frescos. De ahí que contara con un relevante taller, del que por supuesto salieron otros pintores manieristas muy interesantes. Entre los cuales merece la pena destacar a su mejor discípulo: Bronzino. Aún así el final de la vida de Pontormo fue bastante triste y en soledad, tal y como en sus libro Vidas de artistas nos relata el biógrafo y también pintor, Giorgio Vasari.