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Watson y el tiburón de John Singleton Copley

Publicado por A. Cerra

Watson y el tiburón de John Singleton Copley

John Singleton Copley (1738 – 1815) nació en Boston (Estados Unidos) y en su país natal estuvo trabajando como retratista durante años alcanzando renombre e incluso llevando sus obras hasta exposiciones en la lejana Gran Bretaña, donde su trabajo fue admirado por personajes como Sir Joshua Reynolds, el gran retratista inglés del momento.

Así que se sintió atraído por viajar a Inglaterra y triunfar ahí. Algo a lo que finalmente se lanzó en 1774, coincidiendo con una huida del estallido de la inminente Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Y una vez instalado en las islas británicas empezó a gozar de prestigio y encargos.

Uno de ellos le llegó del que era el alcalde de Londres en 1778: Brook Watson. Este le contó su historia personal cuando era un joven de 14 años que embarcó como marinero. En una de sus primeras travesías llegó hasta La Habana, en cuyas aguas sufrió el ataque de un tiburón. Eso es lo que Copley trasladó a este gran lienzo (182 x 230 cm.).

Vemos una escena que recrea un episodio nada conocido. No se trata de un tema de la gran historia, ni algo mitológico o religioso. Es el capítulo de una historia personal. Un adolescente que cae al agua, es atacado por un tiburón y sus compañeros de tripulación tratan de salvarlo.

Todo se narra con bastante dramatismo, desde el personaje que trata de arponear al escualo, a los marineros que intentan de agarrar al náufrago. O el marinero que le lanza una cuerda. Todo es verídico y se basa en lo narrado por Brook Watson, quien perdió en aquel accidente una pierna y parte del pie de la otra. Sin embargo pese a estar mutilado desde prácticamente un niño, supo afrontar la vida y superarse, tanto que alcanzó el honor de ser alcalde de la ciudad de Londres.

Desde luego era para estar orgulloso, y en realidad lo que pretendía Watson era servir de ejemplo para todos aquellos que tenían que afrontar dificultades. Él era la prueba de que se podían superar las barreras y las trabas. De hecho, guardó durante toda su vida el cuadro y lo mostraba siempre que podía, pero cuando falleció lo donó a una institución benéfica para que inspirara a otras personas.

Respecto a la obra en sí, hay que decir que es la obra cumbre de John Singleton Copley, quien durante más o menos una década disfrutó de fama y trabajo en Londres. Sin embargo, poco a poco los encargos empezaron a decaer y terminó sus días arruinado. No obstante, antes nos dejó este cuadro innovador por abordar un tema distinto y de alguna forma anticiparse a otros autores posteriores. Especialmente se le vincula con el cuadro de La balsa de la Medusa de Gericault. Si bien, la obra del artista francés es mucho más romántica y terrible, sin ahorrarse detalles escabrosos, algo que sí hizo Copley, quien se concentró en la expresión de los personajes, pero evitó mostrar el acto más sangriento que está narrando.