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Autorretrato bien hecho, mal hecho, no hecho de Robert Filliou

Publicado por A. Cerra

Autorretrato bien hecho, mal hecho, no hecho de Robert Filliou

El artista francés Robert Filliou (1926 – 1987) fue ante todo un creador iconoclasta. Un personaje que nos dejó poesías, fotos, vídeos, perfomances y también obras tan singulares como esta de 1973 que se puede ver en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid.

El título ya nos indica de que va la obra: Autorretrato bien hecho, mal hecho, no hecho. Y es que la palabra es una de las claves en la producción de Filliou. Un artista cuyos títulos son muy importantes o incluso sus obras son palabras o poesías que confeccionan libre y aleatoriamente los espectadores, como la vez que expuso varias ruedas de bici de manera que casi a modo de ruleta de la fortuna, los asistentes a su exposición iban generando poesías.

Pero volvamos a la obra del museo madrileño. El conjunto se compone en el centro de una fotografía del artista luciendo un gorro de papel. Y a sus lados hay una caja de madera que está vacía y el reverso de un lienzo con la inscripción de “retrato del artista” escrita en francés.

Lo cierto es que no sabemos cuál es el retrato bien hecho o el malo, y dada la inscripción, ni siquiera cual no está hecho. Filliou como buen representante del movimiento antiartístico y antimercado Fluxus, al que también pertenecieron Maciunas o Joseph Beuys, jugaba mucho con cuestiones sobre el buen gusto artístico o el tema de las autorías.

Su mera imagen fotográfica con semejante gorro de papel, se puede alinear con el icono de un fantoche y de la falsa autoridad, e incluso con un demente. Está claro que se burla del concepto del artista como maestro, y al mismo tiempo se mofa de los planteamientos establecidos que distinguen entre un arte bien hecho y otro mal realizado. A lo cual él le suma el arte no hecho, otra categoría más con la que plantea la idea de desmaterialización del arte, olvidándose de los soportes artísticos más tradicionales y vinculando la creación con los perfomances.

De alguna forma esta imagen compuesta solo se entiende al conocer el ideario artístico de Filliou, el cual abogaba por la Creación Permanente. Consideraba que el arte se desplegaba por cualquier ámbito y en cualquier momento, hasta en las cosas más sencillas. Un planteamiento que implicaba la renovación del arte, la crítica a lo tradicional, tanto en sus formas como en sus métodos de producción y de venta. Eso sí, detrás de todo ese intento de dinamitar el concepto del arte tal y como se conocía, siempre había una inmensa carga de humor. Algo que destila esta emblemática obra.