El Coliseo de Roma de Hubert Robert
El pintor francés Hubert Robert (1733 – 1808) recién cumplidos los 21 años emprendió un viaje a Italia como pensionado de la Academia de Francia. Sin embargo, aquel viaje se iba a alargar durante más de una década de estancia en el país trasalpino. Un tiempo en el que adquirió un importante prestigio como pintor de vistas y caprichos idealizados a partir de las ruinas de la Antigua Roma Imperial. De hecho, llegó a colaborar con los dos grandes exponentes de este género pictórico: Giovanni Battista Piranesi, y sobre todo Giovanni Paolo Pannini autor de los célebres Caprichos arquitectónicos.
Tanto Pannini como Robert suelen combinar en sus imágenes un pasado tan ruinoso como monumental con escenas de su época. Y aunque haya mucha fantasía en ellas, también nos podemos hacer idea de cómo se mantenían y se utilizaban los grandes edificios de la Antigüedad por parte de los romanos del siglo XVIII.
Un buen ejemplo es este óleo sobre lienzo titulado el Coliseo de Roma y que se conserva en la actualidad en el Museo del Prado de Madrid. Por cierto, el cuadro tiene una datación incierta, entre los años 1780 y 1790, época en la que Robert ya no residía en Italia, sin embargo gran parte de su carrera pictórica la realizó con este tipo de cuadros en Francia, ya que había acumulado una cantidad ingente de apuntes, bocetos e ideas durante su juventud.
Como se puede ver por entonces el aspecto ruinoso del Coliseo Flavio era total. Y es quer era un lugar donde vivía gente, trabajaban algunos artesanos e incluso no era raro que por ahí se escondieran las parejas. No se tenía conciencia del inmenso valor histórico del recinto. E incluso el propio Hubert Robert, aunque lo admirara y lo pintara en diversas ocasiones, tenía una idea bien distinta referente al respeto al patrimonio histórico. De hecho, en uno de los pilares del Coliseo se conserva y se muestra hoy en día una inscripción hecha por el propio pintor, a modo del típico grabado que dice “yo estuve aquí”.
Lo cierto es que Hubert Robert triunfó ampliamente en Francia con este tipo de escenas, muy apropiadas para el gusto rococó de su tiempo. Prácticamente desde que regresó a su país alcanzó un gran prestigio y se codeó con los mejores artistas de la época, especialmente con Fragonard, con el que también hizo posteriormente un viaje a Italia.
No obstante, el artista también despuntó en otro campo creativo: el diseño de jardines. Y trabajó tanto para los aristócratas como para la monarquía, lo cual con la llegada de la Revolución Francesa le supuso la cárcel y una condena a muerte. Aunque escapó casi en el último momento de la guillotina, y durante unos años siguió su trabajo artístico, hasta su fallecimiento en 1808 por una apoplejía.