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La iglesia medieval de Fraumünster y las vidrieras de Marc Chagall

Publicado por A. Cerra
Fraumünster de Zurich

Fraumünster de Zurich

La iglesia de Fraumünster es una de las dos catedrales con las que cuenta la ciudad suiza de Zurich. La otra es la Grossmünster, y ambas se encuentra en el casco histórico de la urbe.

En cuanto a la Fraumünster, su traducción es algo así como la Catedral de las Monjas o de las Mujeres, ya que originalmente fue una abadía femenina, enormemente poderosa en el desarrollo económico y político de la ciudad.

Sus orígenes se remontan al 853, cuando Luis el Germánico ordenó sus construcción para dársela a su hija Hildegard, a la cual le otorgó la autoridad completa del templo, además de adjudicarles ricas tierras y bosques.

Pero no acabaron aquí los privilegios de la Abadía de Fraumünster a lo largo de la historia. De hecho en el año 1045, el rey Enrique II todavía los amplió más, concediéndole el derecho de acuñar moneda, cobrar peajes y celebrar mercados. Todo ello significó que la abadesa se convirtiera en la persona más poderosa de Zurich durante mucho tiempo. Más aún, cuando en el 1218, se le dotó de independencia, y tan solo estaba obligada a rendir cuentas al emperador, que en aquella época era Federico II.

En definitiva, la abadía desde sus orígenes románicos fue creciendo paulatinamente, realizando nuevas construcciones de estilo más cercano al gótico. Sin embargo, de todo el conjunto en la actualidad solo queda el propio templo, ya que tanto el claustro como las diferentes dependencias abaciales fueron demolidas durante el siglo XIX.

No obstante de aquella magnífica construcción siguen mereciendo la pena visitar la cripta original, así como también destaca el campanario culminado por un esbelta aguja de color azul

La historia de este templo es un buen exponente del propio pasado y la evolución de la ciudad. Ya que su poder creció considerablemente desde sus inicios en el siglo IX hasta el XIV, cuando las agrupaciones gremiales fueron tomando más poder de forma progresiva. Y así llegó hasta el siglo XIV, cuando los miembros más radicales de la Reforma suiza, finalmente disolvieron la abadía.

Y no solo eso, esa corriente reformista, guiada por Ulrico Zwinglio, también provocó que se destruyera gran parte de su patrimonio artístico, ya que consideraban que en las iglesias no debía haber nada que despistara a los fieles, que únicamente debían “oír la voz de Dios”. Por eso, casi quedó desnudo el templo en aquellos años.

En parte a eso se debe que siglos más tardes se emprendieran trabajos de embellecimiento de la iglesia, concretamente en sus vidrieras. Primero con unas obras que realizó en 1933, Augusto Giacometti, sobrino del famoso escultor suizo Alberto Giacometti. Y décadas más tarde por un encargo que se le hizo a Marc Chagall.

Vidrieras de Chagall en la Fraumünster de Zurich

Vidrieras de Chagall en la Fraumünster de Zurich

Chagall (1887 – 1985), artista ruso, judío y afincado en Francia, confeccionó cinco vidrieras en 1970, es decir, a una edad muy avanzada. Sin embargo, las vidrieras son de un color esplendoroso, sobre todo cuando se contemplan al amanecer.

Se trata de cinco vidrieras, cada una con un tono distinto para el fondo (azul, rojo, verde, amarillo y naranja) sobre el cual aparecen escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Unas escenas que se aprecian mejor al aproximarse a las vidrieras, ya que desde el lejos el conjunto de colores filtrando la luz, les da una apariencia un tanto amorfa.

Este es un magnífico ejemplo de la fusión de historia y vanguardia, que incluso se pueden dar en el arte religioso.