Vidrieras de Saint-Severin de Bazaine
El arte de las vidrieras no es nuevo. Ni mucho menos. De hecho, casi siempre se identifica con la Edad Media, y más concretamente con el arte gótico cuando en templos como los de París, Chartres o Bourges se tapaba cada ventana con unos vidrios de colores que no solo servían para recrear escenas con capítulos bíblicos o con representaciones religiosas, sino que además la luz que traspasaba esas coloridas ventanas bañaba de un aura especial el recinto sacro de las iglesias y catedrales.
Pues bien, si durante la arquitectura gótica se dio uno de los periodos de máximo esplendor del arte de las vidrieras, lo cierto es que también en el siglo XX, en plena actividad de las vanguardias artísticas, este tipo de creaciones también tuvo un destacado resurgimiento. Componiendo formas de vidrio y color dejaron obras en iglesias artistas de la talla de Marc Chagall, famoso por su osada intervención en la Iglesia de Fraumunster en Suiza. Al igual que la Capilla del Rosario se tiene como una de las obras cumbres de Henri Matisse.
Pero no fueron los únicos artistas que nos dejaron este tipo de obras. Y uno de los más fecundos en este campo fue el francés Jean Bazaine (1904 – 2001), el cual quizás no sea el artista más conocido y famoso, pero desde luego que es uno de los más completos del pasado siglo. Fue un personaje que se formó como escultor, que escribió diferentes tratados de teoría del arte, que pintó y que publicó diversos libros de poesía. Además se relacionó como muchos de los grandes artistas de su tiempo, desde Fernand Leger a Alexander Calder, Giacometti o Georges Rouault.
Y entre sus muchas y variadas creaciones destacan sus diversos trabajos con el vidrio para todo tipo de construcciones. Una disciplina en la que se adentró desde 1937 y que no dejó durante gran parte de su vida. Hizo obras para diversas iglesias francesas. Además de que también realizó trabajos en este campo para hoteles, edificios privadas y hasta estaciones de metro. Aunque posiblemente el conjunto más esplendoroso sea el que hizo para la iglesia de Saint-Severin en París, del cual mostramos aquí dos imágenes.
Allí trabajó entre los años 1964 y 1969, componiendo hasta siete ventanales para el deambulatorio del templo, donde aportó su propia visión de los santos sacramentos.