Mariquita de Joan Mitchell
Joan Mitchell (1926 – 1982) tal vez no sea una artista demasiado conocida por el gran público, sin embargo esta pintora estadounidense tiene una producción pictórica muy interesante. Y buena muestra de ella es este enorme cuadro (198 x 274 cm) que se expone en Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.
Joan Mitchell con obras como esta Mariquita realizada en 1957 se convierte en una clara seguidora del Expresionismo Abstracto que representa Jackson Pollock. Está claro ese vínculo por la materialidad de la pintura, el proceso de ejecución de la obra y el resultado formal de la misma.
Sin embargo, Mitchell también tiene vínculos con otros artistas de Estados Unidos, como Sam Francis y otros emigrados a París, ciudad en la que ella misma se estableció. Y es que tras la apariencia abstracta de su pintura, ella siempre dijo que sus imágenes hablaban de la naturaleza y del mundo externo, mientras que los artistas del Expresionismo Abstracto tenían por objeto mostrar el interior más personal de cada uno de ellos.
Ella reivindicó que su pintura hablaba del paisaje. Y en ese sentido nunca se identificó con el action painting. Ella tenía un modo de trabajo mucho menos intuitivo, y había una fase previa de profunda reflexión. Pintaba con total libertad, pero como ella misma decía que no le gustaba dejar mucho al azar y su libertad la trabajaba de un modo más controlado que algunos de los pintores compatriotas de su generación.
El resultado son obras como esta Mariquita. En ella va ensamblando colores puros entre sí, mezclando los óleos en el propio lienzo. Así como va alternando las pinceladas muy espesas con otros goteos más líquidos. De este modo le da el aspecto matérico y juega con el relieve de la superficie de la tela.
Un elemento que llama la atención es que en los bordes parece que ha dejado un fondo básico blanco y vacío. Pero no es así. Ahí también ha pintado manchas blancas variando sus texturas, volúmenes e intensidad.
Es decir, parece haber un fondo blanco para todo el entramado de los demás colores. Pero en cambio, ese blanco variable está pintado, y a veces está por debajo del resto de tonos, y en ocasiones está por encima. Es un blanco que sirve para airear toda la maraña de azules, verdes, morados, ocres y rojos, unos colores aplicados en muchos casos con toques firmes y cortos, aunque también en trazos más largos y nerviosos.
En fin, pese a lo que decía sobre que quería pintar la naturaleza, la verdad es que en obras como esta se ve que no era así. Lo que en realidad ansiaba era que la naturaleza le provocara y esa sensación es la que lanzaba al lienzo. O al menos eso pretendía, tal y como ella misma confesó en alguna ocasión.