Capilla Thorncrown
Las grandes obras de la arquitectura contemporánea prácticamente siempre las ligamos con el entorno urbano de las metrópolis. Sin embargo, hoy traemos la prueba de que no siempre tiene que ser así. Hoy queremos mostrar la Capilla Thorncrown, una construcción situada en un paraje natural de Arkansas, la cual fue catalogada por el propio Instituto Americano de Arquitectura entre los diseños más relevantes del pasado siglo XX del país.
La obra la creó el arquitecto E. Fay Jones entre los años 1978 y 1980. Y todo gracias a Jim Reed, el promotor y antiguo maestro de escuela que deseaba disponer de una capilla de cristal en la naturaleza de las Montañas Ozark para estar más cerca de Dios.
Así que Fay Jones, antiguo alumno de Frank Lloyd Wright, construyó esta obra de vidrio y madera que alcanza los 15 metros de altura y tiene poco más de 7 de anchura por 18 de longitud.
Según el propio arquitecto, el modelo de la Capilla Thorncrown fue ni más ni menos que la Santa Capilla de París, y hasta se atrevió a hablar de un estilo “Ozark Gothic”, relacionando las diagonales de las vigas y la altura del edificio, con las bóvedas y la proporciones de la arquitectura gótica francesa de la Edad Media.
Y desde luego que hay diferencias, para comenzar por el material de la madera empleado, pero también similitudes por la importancia que alcanza la luz en este proyecto. Una luz que provoca un aspecto cambiante continuo en la construcción, debido a la proximidad de los efectos de sombra del arbolado, o de la iluminación más próxima. O sea que parece distinto entre el día y la noche, o a lo largo de los 12 meses del año.
Toda la madera se extrajo de pinar, además de que se usó la laja local, y el muro bajo de roca que rodea el lugar, lo vincula visualmente con todo su entorno. Ese es el gran logro de la construcción, su mimetismo con la naturaleza. Algo en lo que juega un papel clave la ligereza del vidrio, con sus efectos transparentes y también con sus reflejos.
Todo el diseño es muy simple, pero de lo más meditado. Un detalle de ello es que todos los elementos empleados tenían que tener unas dimensiones que permitieran que un par de hombres pudieran transportarlos por los caminos del bosque. En definitiva, es de lo más atractivo. Puede parecer un sencillo cobertizo en el bosque, y sin embargo está catalogado como uno de los espacios religiosos más hermosos de la modernidad. Un lugar que invita a sentirlo, por eso a la entrada hay una leyenda que dice: Por favor, entra y siéntate, tal como eres.