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Castillo de Sammezzano

Publicado por A. Cerra

Castillo de Sammezzano

El Castillo de Sammezzano situado en la localidad toscana de Leccio es un caso sumamente extraordinario de los gustos eclécticos que se dieron en diversos lugares de Europa entre finales del siglo XIX y los comienzos del siglo XX. Este eclecticismo alcanzó lugares tan dispares como Alemania donde se construyó el Castillo de Neuschwanstein o Portugal donde hay ejemplos tan singulares como la espectacular Quinta de Regalaira en Sintra.

Esta moda estética que también llegó a Italia, donde el máximo exponente sería el Castillo de Sammezzano. El lugar ya se vincula con tiempos antiguos y medievales, e incluso perteneció durante una época a los Medici. No obstante la historia del actual edificio comienza en el año 1605 cuando lo manda construir Ximenes de Aragón. A esa familia perteneció hasta el siglo XIX y fue entonces cuando fue objeto de un personalísimo rediseño de carácter orientalista y ecléctico.

El trabajo lo promovió y financió su propietario el marqués Ferdinando Panciatichi Ximenes d’Aragón, quien se involucró directamente en el diseño de todos los elementos. Unas obras que se prolongaron durante muchos años, ya que se comenzaron en 1853 y no se dieron por concluidas hasta el año 1889. A lo largo de todo ese tiempo se crearon nuevas estancias, se modificó de forma integral la decoración y también se creó un amplio parque en el entorno con un proyecto de paisajismo muy destacado en el que no faltó la plantación de numerosas especies florales y arbóreas junto a cuevas artificiales, estatuas, estanques o fuentes ornamentales.

Arquitectónicamente las referencias son de lo más variadas, desde el Taj Mahal de la India al Palacio de La Alhambra en España. Y abundan los elementos exóticos como los capiteles en forma de papiro del Nilo en el hall de entrada o los mosaicos árabes para el Salón Blanco.

Castillo de Sammezzano

En realidad es una construcción fastuosa incluso por el tamaño, ya que cuenta con 365 estancias distintas. Y entre todo ello destaca lugares como el Salón del Pavo Real, la galería de los Espejos, la Gran Rotonda Blanca o la sala de las Estalactitas donde la decoración juega con ese aspecto cavernario.

También hay una sala de los Fumadores y otra de los Lirios. Así como una de los amantes donde la decoración se recrea en evocar célebres parejas como Tristán e Isolda, Lancelot y Ginevra o Clorinda y Tancredi.

En definitiva un conjunto único e irrepetible, fruto del capricho de un potentado de gustos estéticos muy variados y motivaciones temáticas abundantes. Como todas estas obras, su contemplación siempre es una auténtica sorpresa, a veces de sabor exquisito y otras con cierto tono delirante.