El castillo de Barbanegra
El patrimonio arquitectónico en ocasiones no tiene tanto valor artístico como histórico. La arquitectura desde hace siglos está considerada como una de las artes mayores. Pero es verdad que una de las cualidades que más se aprecian en la construcción es su funcionalidad. Algo que debe valorarse para cualquier tipo de edificio, desde una vivienda a un palacio, pasando por una iglesia, un centro comercial o un aeropuerto.
Esa funcionalidad como primera consideración arquitectónica, frente a otras cuestiones como puede ser la belleza del edificio, alcanza su máxima expresión cuando hablamos de construcciones militares y defensivas. A las fortalezas, castillos o murallas de cualquier parte del mundo y época, desde el Castillo de Tulum en la Riviera Maya mexicana hasta las Murallas de Ávila de la Edad Media española, se las considera obras de arte, sin que se trate de ejemplos arquitectónicos concebidos para ser bellos. Solo tenían que ser puntos de vigilancia y de defensa de una población, sin atender a más cuestiones. Son lugares que nos hablan más de historia y modos de vida que de asuntos estéticos.
Eso mismo es aplicable a muchas otras construcciones defensivas históricas, que en muchos casos tienen en apariencia muchas similitudes con obras repartidas por cualquier parte del planeta. Es el caso del conocido como Castillo de Barbanegra, ubicado en la isla de Saint Thomas de las Islas Vírgenes de Estados Unidos.
El Castillo de Barbanegra en sí es una sencilla torre cilíndrica de piedra, con diversos vanos que servían para la vigilancia de la costa. Hasta aquí nada especial, y algo visto en infinidad de sitios. Pero lo interesante es la carga histórica de esta joya del patrimonio del mar Caribe. De hecho está considerada como integrante de la lista de Monumentos Históricos Nacionales de los Estados Unidos.
Se trata de una torre levantada en el año 1679 bajo la supervisión del gobernador Jorgen Iversen Dyppel, quien gobernaba este territorio de las Indias Occidentales Danesas. Ya que aunque las actuales Islas Vírgenes fueron uno de los lugares que descubrió Colón en su segundo viaje a América, el archipiélago pronto lo ocuparon los daneses, estableciendo allí plantaciones de caña de azúcar cultivadas por esclavos.
Pues bien, cuando los daneses construyeron este castillo en el siglo XVII ocupando el emplazamiento más elevado, lo llamaron Skytsborg. Su función era la de vigilancia de la costa para proteger Fort Christian, que estaba a nivel del mar, y donde realmente se hallaban las baterías de cañones para disparar a los enemigos.
Hasta aquí la historia cierta. Pero ahora empieza la leyenda que mezcla algo de realidad y ficción. Esa es la razón de su denominación actual: Castillo de Barbanegra. Ese nombre es el de uno de los más famosos piratas caribeños, quién navegó por aquí en el siglo XVIII. Y las leyendas cuentan que se acercaba hasta esta torre y sin problema alguno se asomaba a su cúspide para contemplar todo ese mar al que tenía atemorizado.
Pero como decimos eso no está corroborado, y es más fruto de la imaginación que de los estudios históricos. Lo cual cierra el círculo, ya que el arte, y también la arquitectura, deben tener un poder inspirador, y en este caso se manifiesta en las leyendas que se concibieron sobre esta llamativa torre histórica.