Fachada del Colegio Helvético de Milán de Ricchino
El gran arquitecto del Barroco en Milán es seguramente Francesco Maria Ricchino (1584 – 1658), autor de obras tan carismáticas y atractivas como la Iglesia de San José, además de otras iglesias y de incluso varios proyectos para la fachada del Duomo milanés. Así como construyó diversos palacios y diseñó el edificio de uno de los museos más importantes de la capital de Lombardía como es la actual Pinacoteca de Brera, que originalmente fue un Colegio de Jesuitas.
También allí hizo la fachada del antiguo Colegio Helvético, que hoy en día es conocido como Palacio del Senado y cumple las funciones de Archivo Estatal. Este se trataba de un proyecto inicial de Francesco Borromini de comienzos del siglo XVII, si bien no fue concluido hasta 1626 con esta fachada de Ricchino.
En principio se puede relacionar por ejemplo con la arquitectura renacentistas de Miguel Ángel aplicada al Palacio Farnesio. Sin embargo, Ricchino no solo lo hace de dos plantas sino que modifica por completo la relación con su entorno urbano. Y eso lo consigue con la incorporación central de la concavidad flanqueada por dos salas rectas. Una variación que no solo se nota en la línea de la fachada, sino que se remarca por la repetición de elementos entre lo curvo y lo recto, ya que se juega con la continuidad al mismo que se rompe mediante el almohadillado de los sillares de las esquinas o la rotura de entablamentos.
La mirada del espectador sin duda se concentra en el centro, nos atrae hacia allí, y es el lugar donde está la puerta en la planta baja, y el gran balcón en el piso alto. Por cierto un balcón con una balaustrada en giro convexo, sirviendo de contraposición a la línea general de la fachada.
Es un juego de líneas que luego van a incluir otros grandes arquitectos del Barroco italiano, sobre todo en sus obras de Roma de los años 30 del siglo XVII. Por ejemplo, lo hará el propio Francesco Borromini en su iglesia de San Carlino. Y también lo hará Pietro de Cortona en su iglesia de Santa Martina y San Lucas.
Es decir, que desde Milán, Francesco Maria Ricchino está creando un interesante e influyente ejemplo de arquitectura civil, cuyas ideas fueron traspasadas también a edificios religiosos. Su avance fue la incorporación del movimiento a las fachadas a partir de las líneas curvas, ya que antes de eso la sensación de movimiento se daba principalmente por el avance de líneas rectas.
Así que esta innovación nos da una idea sobre el desarrollo arquitectónico que entonces se estaba dando en Lombardía, algo que lamentablemente para ellos se iba a ralentizar en las décadas siguientes, quedando atrás en comparación con otras urbes italianas.