Monasterio de Poblet
El Monasterio de Poblet es de estilo cisterciense y como otros cenobios contemporáneos de la antigua Corona de Aragón, como el de Veruela o el de Rueda, se originó hacia la segunda mitad del siglo XII. Y es que ese fue un momento en el que los monarcas de Aragón iban favoreciendo la construcción de monasterios en aquellos territorios que iba conquistando a los musulmanes, ya que con ello pretendían favorecer el asentamiento de población en sus nuevos dominios.
Y aunque el monasterio se originó en esas fechas tan tempranas, lo cierto es que lo que vemos hoy es más moderno. No solo porque conforme fue creciendo el poder del monasterio, fue ampliando sus estancias y mejorando su aspecto respecto a la clásica sobriedad del Císter. También porque a lo largo del siglo XIX, Poblet sufrió varios desastres y asaltos que dejaron todo su conjunto patrimonial en bastante mal estado. Y no sería hasta el siglo pasado, cuando volvió a ser poblado con monjes y también cuando se emprendió la restauración del conjunto.
En la actualidad se ve un conjunto muy amplio, formado por dos recintos. Uno primero envolviendo al otro, y ambos cercados con murallas y a los que se accede atravesando sendas puertas. La segunda de ellas de lo más efectista, es la Puerta Real con sus dos torreones a los lados, más propios de una fortaleza que de un monasterio. Y es que este tipo de fortificación, ya hecha en el siglo XIV, la promovió el rey Pedro IV el Ceremonioso, ya que era una época convulsa y de posibles enfrentamientos con el reino de Castilla.
Además en este lugar se comenzó a construir un palacio real, si bien no se concluyó. Porque Poblet siempre estuvo muy ligado a la monarquía, e incluso se convirtió en Panteón Real, porque en la Edad Media era habitual que los reyes aragoneses se hicieran enterrar en sus monasterios, comenzando por el más hermoso y antiguo: el de San Juan de la Peña en Huesca.
Aunque ese palacio nunca se concluyó y el Panteón Real fue expoliado, hoy en día lo que sí existen son las dependencias monásticas propiamente dichas, desde el claustro al refectorio, pasando por el locutorio, el calefactorio para los monjes, la biblioteca. Y por supuesto dos espacios claves: la Sala Capitular y la Iglesia.
La Sala Capitular que se originó en el siglo XIII y que todavía guarda su arco de medio punto abocinado para entrar a una sala donde se guardan en el suelo las laudas sepulcrales de algunos de los abades históricos.
Y en cuanto a la Iglesia Mayor se originó en el siglo XII, pero hoy luce una portada barroca de los siglos XVII y XVIII. Se trata de un templo de planta basilical con sus tres naves, crucero, ábside central con deambulatorio y girola con capilla. De las tres naves la central es más alta y se prolonga durante 85 metros por 28 de alto y 20 de ancho. Es decir, muy grande. Lo cual nos da una idea de la importancia que tuvo este templo que había de albergar los sepulcros con restos de diferentes reyes de Aragón.