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San Adrián de Sasave

Publicado por A. Cerra

Ermita de San Adrián de Sasave

La esencia de la arquitectura románica se suelen hallar en las pequeñas iglesias, muchas veces ubicadas en parajes remotos, donde se han conservado los templos prácticamente sin cambios desde que se construyeran en la Edad Media. De ello tenemos ejemplos en toda la cordillera pirenaica que separa Francia y España. Allí abundan las ermitas, monasterios e iglesias de aquel estilo artístico. Y un buen ejemplo es el que os mostramos a continuación: la iglesia de San Adrián de Sasave en la provincia española de Huesca.

En realidad, el origen de este templo sería visigótico, y en torno a ella hay numerosas leyendas e historias. Algunas como que aquí se decidió que se estableciera la diócesis oscense tras la toma de la ciudad por parte de los musulmanes. O también se dice que en este lugar se salvaguardó durante un tiempo el Santo Grial, antes de que fuera llevado al monasterio de San Juan de la Peña.

Pero independientemente de leyendas y mitos, el hecho es que la iglesia original fue reformada a mitad del siglo XI por orden del rey Ramiro I. Y a esa época pertenece el edificio actual, el cual está restaurado aunque sigue sufriendo problemas de inundaciones y filtraciones de agua, dada su ubicación entre dos arroyos de montaña.

Artísticamente es un edificio que hay que emparejarlo con otras construcciones de la zona, como la cercana ermita de Santa María de Iguacel. Por cierto, ambas en ramales del propio Camino de Santiago, ya que hasta ellas se desviaban muchos peregrinos. Por ello, se ven detalles decorativos que aluden a la ruta Jacobea.

El templo tiene todas las características románicas, uniendo la influencia lombarda y la jaquesa. Es de una única nave y con un ábside semicircular en la cabecera. Además tiene una torre adosada en su flanco norte. La nave tiene una altura considerable, algo que se aprecia mejor desde el interior, ya que parte de la misma está como soterrada.

Su arquitectura reúne toda la esencia del románico más rural e inicial, y en ello también se incluyen la perfecta integración de los elementos escultóricos, que aquí no son muy abundantes, pero son de gran presencia. Como por ejemplo, los dos capiteles que flanquean la puerta de entrada principal por el lado oeste. Así como los relieves variados que decoran los canetes o ménsulas del ábside.

Curiosamente tiene otra puerta en el lado sur, la cual está por debajo del actual nivel del suelo. Y este es uno más de los enigmas de este templo, que se construyó en la confluencia de unos cauces de agua, lo cual le ha creado muchos problemas de mantenimiento. Pero también muchas especulaciones sobre porque se construyó aquí, ya que la arquitectura románica siempre elige lugares muy resistentes para sus obras. Y aquí es todo lo contrario, e incluso los cimientos de esta obra no son la roca ni piedra, son de madera, para una mayor resistencia al terreno húmedo.