San Ivo de la Sapienza
Este conjunto arquitectónico es obra de Francesco Borromini, uno de los arquitectos más innovadores y personales de todo el Barroco italiano y europeo.
La obra se encuentra en Roma, la ciudad donde se hallan la gran mayoría de obras de Borromini como sus iglesias de Santa María de la Paz o de la de san Carlino. En este caso se trata del conjunto de san Ivo de la Sapienza, y es que desde el año 1632 Borromini había sido nombrado por parte del Papa Urbano VIII arquitecto vitalicio de la Sapienza, la Universidad Teológica de Roma. Si bien, las obras de san Ivo nos las inició hasta el año 1643 y fueron concluidas en el 1660.
Estas obras se las encargó ese mismo Papa, pero al poco tiempo murió, por ello posteriormente fueron supervisadas por los siguientes Sumos Pontífices: Inocencio X y Alejando VIII.
El encargo no era sencillo, ya que tenía que acometer las obras sobre otras construcciones precedentes. Y hay que tener en cuenta la enorme creatividad de Borromini, para el cual cada proyecto que acometía era un enorme reto en el que siempre innovaba. Y en este caso no iba a ser menos.
Aquí se inventó una planta central, pero no al uso, parte dos triángulos equiláteros contrapuestos para formar una estrella de David. Y sobre ella genera seis circunferencias iguales, tres en el centro y tres en los vértices de los triángulos. Todo un ejemplo de cómo jugaba este arquitecto con las formas geométricas para transformarlas y curvarlas por completo.
En san Ivo de la Sapienza fusionó sus ideas y pruebas de los muros flexibles con los que ya había experimentado en sus trabajos de la iglesia de san Carlino, pero para la cúpula toma como modelo la Villa Adriana de Tívoli.
La arquitectura de Francesco Borromini es diferente de la de su contemporáneo Gian Lorenzo Bernini. En el caso de Bernini, que también era escultor y eso se nota en sus trabajos constructivos, la arquitectura se convierte en una especie de fastuoso escenario para que luzcan con todo su dramatismo las obras escultóricas. Basta ver pequeñas intervenciones como su famoso Éxtasis de Santa Teresa en San Pedro del Vaticano. Sin embargo, en Borromini ese dramatismo, tan propio de las formas del arte del Barroco, es inherente a su particular concepción dinámica de la arquitectura.
Todos los elementos que emplea, además de su función constructiva y decorativa, son elementos que se mueven, que se contraen y se despliegan. Es un movimiento agitado, en muchas ocasiones de empuje vertical, y que en el caso del conjunto de san Ivo de la Sapienza se ven parcialmente calmados y afincados al suelo gracias a la planta central. Pero la misma obra arquitectónica va evolucionando en altura, ya que de las complejas formas que emplea en la zona inferior, la que simbólicamente representaría el estrato terrestre se va transformando hacia una total pureza formal en la parte superior, la correspondiente al estadio celestial.