La Sirenita de Eriksen
Si hablamos del mayor escultor danés, seguramente habría que citar al artista neoclásico Bertel Thordvalsen, autor de obras como Ganímedes y el águila o Jasón con el vellocino de oro. Sin embargo ese no es el autor de la escultura más famosa del país: La Sirenita, una obra que realizó en 1913 el escultor Edvard Eriksen.
La figura, modelada en bronce, se encuentra situada en la propia bahía del Puerto de Copenhague y se ha convertido en el principal símbolo de la ciudad, e incluso del país, ya que representa uno de los personajes más famosos del escritor de cuentos danés Hans Christian Andersen.
De hecho, en todo el país es venerado este autor, y por eso en el año 1913 el magnate de la cerveza Carl Jacobsen, por cierto también germen del principal museo danés: la Gliptoteca, encargó esta obra para homenajear al literato y a uno de sus personajes, más queridos, el cual por cierto también fue llevado a los dibujos de Disney, aunque en una versión mucho más edulcorada.
La verdad es que el espíritu de la narración original se plasma mucho mejor en la escultura, en la que vemos la sirena sobre una gran piedra sin tocar el mar y de hecho vuelve su mirada hacia las aguas del Báltico contemplándolo melancólicamente, ya que según el cuento, la sirena tras una tempestad rescató del mar el cuerpo de un príncipe del cual acabó perdidamente enamorada. Tanto que para poder estar con él, renunció a su condición de sirena, lo cual le acabó costando la vida.
Esa es la historia del personaje representado, pero también es interesante conocer la historia de la propia escultura. Como modelo para la obra se eligió a una célebre bailarina del ballet danés, una tal Ellen Price, pero esta mujer no aceptó posar desnuda, y por esa razón en la obra actual tan solo el rostro se corresponde con su fisionomía, mientras que el cuerpo desnudo en el que se inspiró Eriksen fue el de su propia esposa.
Como curiosidad podemos decir que con motivo del centenario de la escultura de La Sirenita se decidió darle un compañero masculino y se creó la escultura Han (“Él” en danés). Si bien, esa obra de “El Sirenito” se instaló en una ciudad de Elsinore a varios kilómetros. Y además de que no posee el aura de la obra original, otra diferencia es que se hizo utilizando como material artístico las últimas aleaciones de metales, incluso para simular la piedra sobre la que se asienta. De manera que según como le dé el sol a la figura se convierte en un auténtico espejo o en un destello. Y en su espíritu de modernidad, la escultura dispone de un mecanismo y una programación para que parpadeé.