Autorretrato con gafas de sol de Alex Katz
En más de una ocasión hemos descrito obras de los grandes maestros del Pop Art entre los que se incluyen Andy Warhol o Roy Lichtenstein. Pues bien, para que se llegara a ese tipo de manifestación artística hubo ciertos pasos precedentes claves para el estallido de esa exitosa corriente. Y uno de los artistas que siempre se considera un precursor del arte Pop es el norteamericano Alex Katz, quien nació en Nueva York en 1927, y que a día de hoy, pese a su avanzada edad no solo sigue vivo sino que también sigue en activo.
Katz es un hijo más de los millones de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. Si bien, ya nació en la Gran Manzana, sus padres rusos y judíos se habían asentado ahí unos años antes tras perder todo debido a la revolución soviética de 1917.
Lo cierto es que cuando comenzó su formación artística, se acercó algo a la triunfante corriente del Expresionismo Abstracto. Pero pronto se desvinculó de aquello y optó por un arte evidentemente figurativo. Eso sí, con ciertos elementos que se han ido repitiendo a largo de décadas. Por ejemplo, su objeto de atención en muchas ocasiones han sido flores, pero sobre todo destaca por sus singulares retratos.
En muchas ocasiones son retratos en solitario, aunque de vez en cuando incluye grupos o pareja. En el caso de parejas, ha pintado en numerosas ocasiones a su esposa Ada y a él mismo. Pero siempre son figuras cortadas, fragmentadas, rara vez son retratos de cuerpo entero, incluso ni siquiera de busto. Y otra característica es que aparecen con vivos colores, perfectamente silueteados sobre fondos planos, aunque envolventes.
Se ha dicho que semejante perspectiva, o ausencia de ella más bien, es como una forma de buscar la psicología interna de cada personaje que pinta. Los cuales suelen estar solos, y por lo tanto aislados, sin comunicación con el entorno. Aunque en la gran mayoría de ocasiones se dirigen al espectador al que suelen mirar fijamente.
Todo tiene un tono irreal, en parte por el color, en parte por la evidente bidimensionalidad de su pintura. A lo que también ayuda la luz fría que siempre ilumina a sus personajes.
Y por si fuera poco está su peculiar forma de espolvorear la pintura, más que pintar en sí, de manera que busca eliminar la subjetividad de la pincelada. Pretende pintar sin apego emocional hacia lo representado. Aunque al mismo tiempo consigue ser seductor en su imagen. Tal vez debido a la delicadeza con la que afronta el trabajo.
El caso es que es uno de los pintores vivos más reputados de los Estados Unidos y de todo el panorama artístico mundial.