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Autorretrato de Pissarro

Publicado por A. Cerra
Autorretrato de Pissarro

Autorretrato de Pissarro

Camille Pissarro no se puede considerar un pintor de figuras humanas. Algo que se comprueba al ver que muchas de sus obras maestras son de paisajes, sean del medio rural como en Los tejados rojos o sea en ambientes más urbanos como en su serie del Boulevard de Montmartre. Sin embargo durante toda su carrera mantuvo cierta querencia hacia la figura, como algo adquirido durante su primera etapa pictórica de carácter más realista.

Aquí se elige a sí mismo para pintarse porque en realidad es a la persona a la que más conoce. Y lo hace con las técnicas netamente impresionistas que caracterizan todo su arte. Es decir, lo hace con una pincelada bastante empastada y ya rompe de alguna forma la figura, en la que por supuesto solo hay color y nada de dibujo.

Pese a esa carencia de dibujo, aun así el arte de Pissarro siempre fue mucho más concreto que el de su contemporáneo Claude Monet, y en todos los cuadros de Pissarro se puede apreciar una composición bastante clara y rotunda, así como sus formas también están mucho más definidas que en la creaciones de otros maestros impresionistas.

Pissarro, además de artista, fue un gran teórico, muy capacitado para el estudio y sobre todo una persona coherente a la hora de unir las teorías y la ejecución práctica. Por otra parte tenía un carácter muy tenaz y constante que le llevó a una persistente exploración en cuanto al estilo. Algo que provocó que en su arte se pueda una evolución continua a lo largo de los años, haciendo por ejemplo sus propias creaciones puntillistas tras conocer y tratar en 1885 a Georges Seurat.

Y por si fuera poco, era un maestro innato, muy dotado para enseñar a los demás, como por ejemplo ejerció una importante influencia en artistas de la talla del postimpresionista Paul Cezanne o el vanguardista Francis Picabia.

Todas esas cualidades personales le llevaron a convertirse en el inspirador y director de los descubrimientos de otros pintores con los que se relacionaba. A lo cuales por otra parte les mantenía unidos, evitando los choques de egos tan habituales en el mundo del arte. Eso se nota por ejemplo en el grupo de pintores, entre los que destacaba la presencia de Alfred Sisley, que se desplazaban con él a pintar a Pontoise. Su paraje predilecto para pintar al aire libre, el método de pintar por antonomasia por parte de los artistas del Impresionismo.