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Camerino Farnesio de Carracci

Publicado por A. Cerra
Cubierta del Camerino Farnesio

Cubierta del Camerino Farnesio

Estos frescos los pintó el artista Anibale Carracci entre los años 1595 y 1597 en el interior del Palacio Farnesio. De hecho este pintor acudió hasta Roma en 1595 para pintar esta obra que le encargó el cardenal Odoardo Farnesio, al que había conocido previamente en la ciudad de Parma.

Concretamente este camerino era el despacho personal del cardenal, y se trata de una sala relativamente reducida dentro de lo que es el conjunto monumental del Palacio Farnesio. Y pese a ello, no todo en esta estancia son pinturas al fresco, ya que hay zonas que Carracci las pintó al óleo sobre lienzo y que luego trasladó a distintas partes del techo.

El encargo llevaba incluida la elección de un tema con el que se quería exaltar la virtud, y este tema fue concretamente varios episodios de las vidas de Hércules y Ulises, en cuya narración y documentación intervino el bibliotecario personal del cardenal, Fulvio Orsini.

El programa se resume en “Hércules en la encrucijada”. Un momento en el que el héroe griego debe elegir entre el camino del esfuerzo y la virtud, o la vía del pecado. Es decir, el fin moralizante de semejante tema está bastante claro.

Técnicamente el conjunto del Camerino Farnesio tiene muchos puntos de interés. Por ejemplo, es interesante ver como imita la decoración de estucos en el techo para dar el cierre decorativo. Algo que de alguna forma remite a las formas antiguas y también tiene mucho que ver con una pintura renacentista como La Cámara de los Esposos de Andrea Mantegna en la ciudad italiana de Mantua.

Este efecto se une al uso del quadro riportato. Es decir, un cuadro que está hecho con el punto de vista de la pintura de caballete, pero que luego se traslada hasta el techo, manteniendo ese mismo punto de vista.

Anibale Carracci era un gran estudioso del arte antiguo, algo que se comprueba en cualquiera de sus figuras. Y también era gran conocedor y admirador del dibujo de Miguel Ángel, la elegancia de Rafael, y el colorido de la pintura de Venecia representada especialmente por Tiziano. Es decir, pese a ser un artista plenamente barroco, bebe de las principales fuentes del arte pictórico renacentista. Y no sólo esto, también admira a artistas más manieristas, de ahí los tonos nacarados de sus figuras femeninas que recuerdan las obras de Correggio.

En definitiva, todas esas fuentes de inspiración se pueden descubrir en estas pinturas del Camerino Farnesio y en prácticamente toda su obra. Una producción que muestra la enorme maestría de este pintor, que estudiaba el natural con profundidad para luego trasladar esas formas a sus frescos y óleos consiguiendo dotarlas de diferentes texturas. Y todo ello, pese a sus preceptos barrocos, aplicando composiciones muy sencillas, que permiten una lectura fácil de su obra.