Campamento de gitanos de John Singer Sargent
John Singer Sargent es un pintor norteamericano, y pese a que no pisó suelo estadounidense hasta la edad de 21 años, para Estados Unidos es uno de sus pintores más admirados.
Y es que este personaje nació en Italia, concretamente en Florencia, ciudad en la que recibió su primera formación en pintura y donde realizó alguno de sus cuadros más célebres como el Perseo de noche.
Además pasó gran parte de su vida viajando. Y entre sus múltiples viajes, en seis ocasiones llegó a España, país del que admiraba su tradición pictórica, especialmente la obra de Diego Velázquez, y le unía la amistad con pintores de su momento como Joaquín Sorolla o Aureliano de Beruete.
Con ambos pintores españoles le unía el interés por captar en sus cuadros los efectos lumínicos, motivo por el cual también estudió a los impresionistas franceses. Este cuadro Campamento de gitanos pintado en 1912 durante un viaje a Granada puede servir ejemplo de su interés por estas cuestiones relacionadas con la luz y el color.
Para representar esta imagen eligió mostrarnos a cada miembro de la familia realizando una actividad cotidiana diferente: una mujer haciendo un cesto, otra cuidando de su hijo, un hombre revisando su mulo de carga, etc… Y todo ello lo hizo con su habitual estilo de pinceladas rápidas y un tanto vastas.
Unas pinceladas sobre todo espontáneas, propias de un pintor que trabajaba muy rápido cuando acometía sus óleos. Si bien se sabe que era extremadamente concienzudo en las tareas previas, realizando numerosos dibujos y bocetos antes de pintar el cuadro. Aunque también en sus dibujos se manifiesta su estilo con el pincel, ya que los practicaba con un número mínimo de líneas, de forma que no tuvieran nada de más ni de menos, y le sirvieran básicamente para el resultado final en el lienzo.
Luego esos bocetos los transmitía a la tela a partir de un pincel grande, que le daba trazos gruesos y pastosos. Y en cuanto a su paleta de color, sobre todo usaba los colores marrones, rojizos y las variaciones de naranjas y tonos tierra. Toda esta gama está presente en esta tela, a lo que se suma el blanco fuerte, propio de la luminosidad del sur de España y que le dan un aire cálido a la escena. Y curiosamente ese ambiente caluroso todavía se refuerza más con un color frío, ya que por todo el cuadro se descubren toques de azul, que consiguen ahondar en esa sensación.
Es decir, el cuadro es propio de la maestría de unas manos privilegiadas para la pintura. Porque pese a usar esa pincelada tan gruesa y rápida, aún así era capaz de plasmar pequeños detalles y crear rostros muy expresivos.
No en vano, durante muchos años, Singer Sargent se ganó la vida como retratista. Y poseía un prestigioso estudio en Londres al que acudían personajes de la más alta sociedad a hacerse retratos y los cobraba bastante caros para su época. Sin embargo, en el año 1907 decidió dejar a un lado ese trabajo como retratista, y principalmente se dedicó a pintar paisajes y escenas cotidianas, como la que vemos en esta imagen.