Flora de Rosalba Carriera
El arte rococó se suele identificar con Francia y con la pintura de tonos pastel. Pues bien, aquí os mostramos una artista de origen veneciano y que fue la gran maestra de la pintura pastel en las primeras décadas del siglo XVIII. Y por si fuera poco para que sea un caso muy paradójico, se trata de una mujer: Rosalba Carriera (1675 – 1757).
Su nombre quizás no suene demasiado, pero que lo cierto es que en su momento fue una pintora muy cotizada en diversas cortes europeas. Primero por los muchos aristócratas, sobre todo ingleses, que le encargaron trabajos durante su Gran Tour por Italia. Los mismos aristócratas que le compraban sus vistas de Venecia a Canaletto o a Francesco Guardi.
Y después porque se desplazó a cortes como la francesa o la polaca para retratar a infinidad de personajes de las más altas instancias. Por cierto entre los muchos retratos que hizo durante su larga estancia en París llegó a pintar a Antoine Watteau poco antes de morir, uno de los máximos representantes del arte rococó con obras como su famoso Embarque para Citerea o su emblemática Fiesta en un parque.
Rosalba Carriera, aunque fue muy cotizada por su arte en los retratos, en este caso os traemos una pintura de tema mitológico, si bien reúne todas las características de sus demandadas efigies, que suelen ser en un formato de busto y en una pose cándida, en la que las retratadas miran directamente al espectador con la cabeza girada. Y si la pose es algo que va repitiendo, lo que se convierte en excepcional es su dominio de la pintura a la hora de plasmar los peinados, los complementos como joyas o detalles florales, y sobre todo las telas de los vestidos. Una cualidad que le otorga siempre elegancia a los protagonistas de sus retratos.
Todo esto se puede ver en esta efigie, pero en este caso no representa a un personaje real, sino a Flora, la diosa romana de las flores y la primavera. Un personaje que gozaba de enorme popularidad en aquella época del rococó, ya que se entendía como un símbolo de la renovación, de la fertilidad y de la abundancia. Es decir, viene a ser una representación del amor, la procreación y la prosperidad, conceptos muy propios de este periodo histórico.
Y todo eso no lo transmite Rosalba Carriera en esta obra que haría hacia el año 1730, un cuadro que hoy cuelga en la Galería de los Uffizi de Florencia. Y donde sobre todo nos llama la atención por la seductora mirada de la mujer y la dulce textura de su suave piel. En fin, estética rococó en estado puro, realizado por una verdadera maestra de la pintura pastel.