La ejecución de lady Jane Grey de Paul Delaroche
El verdadero nombre de Paul Delaroche (1797 – 1859), autor de esta obra que guarda la National Gallery de Londres, era Hippolyte Delaroche. Fue un pintor muy valorado en su época por sus grandes cuadros de historia, como en este caso. Un género en el que se formó de la mano del gran Antoine Gros, el pintor favorito de Napoleón. Y a su vez Delaroche fue maestro en la Escuela Superior de Bellas Artes de París de toda una generación de pintores entre las que podemos destacar Gérôme.
La ejecución de Lady Jane Grey es un buen ejemplo de su estilo pictórico, en el que prefiere el dramatismo al verismo histórico. Pone más énfasis en las actitudes, gestos y expresividad de los personajes, en preocuparse por hacer una representación fiel de los hechos tal y como acontecieron. Posiblemente por eso alcanzó unas altas cotas de éxito, ya que no hacía una pintura de corte arqueológico y frío como algunos de sus predecesores neoclásicos más académicos. Él era capaz de hacerlo todo mucho más escenográfico, sin olvidar que su habilidad con los pinceles para representar hasta los más pequeños detalles era superlativa.
Sin duda es una pintura muy literaria y muy acorde con los libros de moda del momento, especialmente con las novelas históricas de Walter Scott. Y es que los dramas históricos fueron su auténtica especialidad, y desde luego la historia de Lady Jane Grey se ajustaba a la perfección a su estilo e intereses.
El cuadro lo pintó en 1833 y fue todo un éxito por lo que representaba y el momento histórico en que se presentó en París y la relación que los críticos galos encontraron con la ejecución de María Antonieta durante la Revolución Francesa.
Jane Grey también fue decapitada en un periodo convulso de la historia de Inglaterra. Ella fue reina durante apenas nueve días, pero tuvo que renunciar por la presión de los Tudor, y acabó presa en 1553. Un encarcelamiento que al año siguiente culminó en su decapitación. Y es precisamente el momento previo el que vemos en el cuadro.
Ella ha sido vendada, el verdugo está a un lado, el teniente de la Torre de Londres atiende a la víctima, y dos damas de compañía nos muestran todo su dolor por lo que va a pasar en unos instantes. Una composición muy cuidada y donde Delaroche incorpora detalles definitivos y de enorme dramatismo, como el brillo del hacha que le va a cortar el cuello o el color de la paja que se acumula en el suelo y que en unos momentos se va a teñir con el rojo de la sangre.