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Plegaria pública en la mezquita de Amr de Gèrôme

Publicado por A. Cerra

Plegaria en la mezquita de Amr de Gérôme

No es la primera vez que mostramos aquí un cuadro del pintor Jean Leon Gèrôme, un artista que tras su viaje a Italia y especialmente a la ciudad de Pompeya se especializó en la realización de cuadros con escenas de la Antigüedad, sobre todo romana y griega, tal y cual se puede comprobar con obras como Pollice Verso o Jóvenes griegos presenciando un pelea de gallos.

Pero posteriormente realizó viajes por Turquía y Egipto, y comenzó a realizar cuadros ambientados en esos lugares, ya que hay que tener en cuenta que a mediados del siglo XIX el orientalismo era una temática sumamente atractiva para los artistas y sus clientes. Así pintó obras como El mercado de esclavos o esta imagen que nos ocupa de la Plegaria pública en la mezquita de Amr, que realizó en el año 1871 y que en la actualidad forma parte de la colección del Metropolitan Museum de Nueva York.

Es interesante destacar que Gérôme, a pesar de ser un pintor francés, demostró una gran habilidad para capturar la esencia de la vida cotidiana en el Medio Oriente. Su meticulosa atención al detalle y su habilidad para capturar la atmósfera y la textura de la vida en estos lugares distantes es verdaderamente impresionante. Su habilidad para representar con precisión los intrincados patrones y diseños de la arquitectura islámica, así como los ricos colores y texturas de las vestimentas y los objetos cotidianos, es un testimonio de su talento y su dedicación a su oficio.

En este tipo de cuadro Gérôme no se interesaba en absoluto por cuestiones de carácter político, y lo que a él le atraía eran las personas y su cotidianeidad, de ahí que mostrara por ejemplo la intimidad de las oraciones en una mezquita o en otras ocasiones la sensualidad de los baños árabes.

Curiosamente no pudo contemplar ciertas escenas, como los baños femeninos e incluso la oración en la mezquita, ya que estaría prohibido entrar para los no musulmanes. Sin embargo aquí vemos una obra con un exquisito grado de detalle, casi de autenticidad. Es más, se sabe que el pintor estaba en Egipto en 1868, una fecha para la que esta mezquita de Amr de El Cairo ya no estaba en uso. Sin embargo, aquí la vemos llena de vida y con una escena más que verosímil.

Además es una obra muy bien construida, sobre todo en lo referente a esa perspectiva infinita que simula que las columnas y arcos de la sala de oración no se acaban nunca. Y plantea esa misma verticalidad y profundidad con las filas de fieles que están de pie.

Gérôme también demuestra su habilidad para capturar la luz y la sombra en esta pintura. La forma en que la luz del sol se filtra a través de las ventanas y se refleja en las columnas y el suelo de la mezquita crea una atmósfera de tranquilidad y reverencia. Al mismo tiempo, las sombras proyectadas por las columnas y los fieles añaden profundidad y tridimensionalidad a la escena.

Sin duda es un estilo tremendamente realista, casi fotográfico. En definitiva, Gèrôme fue un superdotado técnicamente para realizar este tipo de obras.

Vemos la delicadeza de los trajes de los ricos, los más cercanos al primer plano del cuadro y separados del resto de personajes. Y también vemos a un pordiosero en taparrabos y con un platillo para pedir, que también está separado del resto de fieles.

Y en general ha sabido mezclar la atmósfera de solemnidad del acto y del recinto sagrado, con ese tono suntuoso y exótico que suele aparecer en todas las escenas de carácter orientalista. En última instancia, la obra de Gérôme es un fascinante vistazo a un mundo que para muchos de sus contemporáneos era exótico y desconocido, pero que él logró representar con una precisión y un realismo impresionantes.