Waterloo bridge, efecto de niebla, de Monet
Claude Monet viajó en varias ocasiones hasta Londres. Una ciudad que le fascinaba. Si bien es cierto que la primera vez, en el año 1871, se desplazó hasta allí por obligación, huyendo de la Guerra Franco Prusiana que se iba a desarrollar en su país. Pero pronto se adaptó a aquella urbe, y a él, pintor de la luz, le encantaban sus nieblas y brumas, que dejó plasmadas en obras como Vista del Támesis y el Parlamento.
Por eso, una vez que había acabado la guerra y decidió volver con su familia a Francia, también prometió que retornaría a la capital británica. Y la verdad es que cumplió con su promesa e hizo varios viajes largos.
En uno de ellos, en el año 1901 hizo este cuadro en el que vemos el Puente de Waterloo. En realidad, Monet cuando volvió a Londres decidió alojarse en el Hotel Savoy, que todavía se conserva como hotel de lujo. Allí concretamente se hospedó el invierno de aquel año, en la habitación 618, desde cuyo balcón pintó este cuadro y otros más de ese mismo puente o del entorno. Todavía se pueden comprobar las vistas que se tienen desde esa habitación, si bien en la actualidad ya no existe el balcón, y solo hay una ventana.
El caso es que se cuenta que en aquella ocasión tardó en llegar el equipaje del pintor, y con ello todos sus lienzos, óleos, pinceles y demás material de pintura. Así que hasta la llegada de todo ello, se acercó hasta una tienda próxima a comprar papel, pinceles y colores pastel. Con eso hizo esta obra.
Vemos la bruma sobre el río y todo en un tono azul descubrimos los arcos sobre las aguas. Una vista que le maravillaba al pintor y que con esa misma perspectiva, pero a diferentes horas del día y con variadas luces, retrató en varias ocasiones durante su hospedaje en el Savoy.
Sin duda son obras que son propias de un estilo impresionista ya muy evolucionado. No le importa en absoluto el reconocimiento de las formas. Él busca plasmar la belleza del fenómeno atmosférico, el agua de la niebla ambiental y el agua del río. Y ello con pinturas pastel, lo que todavía le proporciona más inmediatez a esa impresión que tiene del momento y del lugar. En definitiva, que esta vista del Waterloo Bridge, effet de brouillard, es un magnífico exponente del camino de luz, agua y casi abstracción que iban a tomar algunas de sus últimas obras como su serie de Nenúfares.