Yahangir con un retrato de su padre Akbar
El imperio mongol alcanzó su apogeo durante la segunda mitad del siglo XVI, durante el reinado de Akbar, promotor de algunas de las mejores obras legadas por esa cultura, como por ejemplo la Gran Mezquita de Fatehpur Sikri.
El propio Akbar declaró a su hijo Salim, cuyo sobrenombre fue Yahangir (el conquistador del mundo) como heredero. Sin embargo, su vástago no quería esperar a la muerte de su padre para tomar posesión del reino. Así que aprovechando una ausencia de Akbar, se rebeló a su poder. Aunque fracasó en su intento, viéndose obligado a huir.
De todos modos su padre, intentó reconciliarse y aunque no fue fácil, con el paso del tiempo lo consiguió. Por ese motivo Yahangir acabó subiendo al trono en el año 1605. Y aunque entonces no se sabía, aquella iba a ser una decisión equivocada, ya que además de tener un carácter demasiado ambicioso, también con el paso de los años demostró demasiada afición al alcohol y el opio, por lo que su esposa y la familia política, poco a poco le fueron despojando completamente de su poder.
Si bien antes de eso, hacia el 1615, mandó hizo este retrato junto al busto de su padre. Una obra hecha con acuarela, aguada y realces de oro sobre papel, que hoy en día guarda el Museo Guimet de París especializado en obras orientales.
De alguna forma, este retrato es una muestra de que el mundo cada vez estaba más conectado (ya en los inicios del siglo XVII), ya que la imagen nos plantea una evolución respecto al arte de los miniaturistas indios. Hay elementos que son influencia europea, la cual llegó a ser conocida en los territorios mongoles de la India por medio de Persia. De hecho, hasta las crónicas cuenta que el arte europeo gustaba mucho en la corte mongol ya que se podía apreciar que eran capaces de expresar los estados de ánimos de muchas maneras.
No obstante, aunque la influencia occidental es clara en el tipo de imagen, también hay elementos ornamentales característicos de la tradición hindú.
En este caso, vemos que Yahangir se hizo retratar con la efigie de su padre ya muerto. Y de alguna forma dejar constancia de que los enfrentamientos del pasado habían sido completamente superados. Si bien, al mismo tiempo está presentación le servía para legitimar su poder, cada vez más criticado debido a sus vicios.
La verdad es que por fortuna, a Yahangir se le fue paulatinamente quitando toda la soberanía, impidiendo así el fin del imperio multicultural mongol, que todavía tenía que dejarnos maravillosas obras de arte. Y entre todas ellas destaca la arquitectura del Taj Mahal, que se iba a construir unos pocos años después en las proximidades de la capital del Imperio, la ciudad de Agra.