El emperador Carlos V según los Leoni
El título completo de esta obra escultórica expuesta en las salas del museo del Prado en Madrid es El emperador con el furor bajo sus pies, y fue realizada entre 1551 y 1564 por los escultores manieristas italianos Leoni.
El encargo lo recibió Leone Leoni del propio emperador Carlos V tras la batalla de Mülberg, momento en el que también el emperador se hizo retratar a caballo por su pintor favorito: el italiano Tiziano. Sin embargo, aunque Leoni acometió el trabajo tras el encargo en 1549, el bronce no fue concluido hasta años después de la muerte del monarca, concretamente en 1564 y contando el escultor con la ayuda de su hijo Pompeio.
Pompeio Leoni heredó de su padre su maestría para el trabajo escultórico, pero también heredó el carácter delictivo. De hecho, tras acabar la obra Pompeio se quedó a residir en Madrid donde años más tarde sería acusado de homicidio.
Muchas de las esculturas de los Leoni, tanto de Leoni como de Pompeio se encuentran en España, ya que trabajaron mucho para la monarquía hispánica. De hecho, no es ésta su única obra en la que retratan al emperador o algún miembro de su familia, ya que hicieron diversos bustos, medallas y estatuas tanto de Carlos V, como de su esposa la reina Isabel de Portugal, o de sus hijos, el futuro Felipe II y las infantas María y Leonor de Austria.
Como una interesante particularidad de esta escultura del Prado hay que decir que la armadura que cubre el cuerpo del monarca es completamente desmontable, y si se quita esa pieza de la obra se puede descubrir el cuerpo desnudo del emperador. Esta armadura es de estilo romano, algo habitual en aquellos reyes que querían emparentarse de alguna forma, tanto en espíritu como en la estética, con los grandes emperadores romanos. Y se trata de una armadura y un armamento repleto de adornos y figuras de gran interés como cabezas de león o de águila, e incluso la figura de Marte en un medallón.
A los pies del monarca, pisado y sometido por él, se ve un hombre encolerizado que representa el Furor y bajo él un montón de armas y objetos de guerra como un tridente, una trompeta, un carcaj o una maza. Todos estos elementos están trabajados con una precisión de orfebre, al igual que se aprecia en los relieves de la armadura o en el rostro del emperador.
Posiblemente esta sea la obra cumbre de la producción escultórica de los Leoni, tanto de Leone como de Pompeio, y no solo por las enormes proporciones de esta escultura de bronce que supera un peso de más de 800 kilos y una altura superior a los dos metros y medio, sino también por la gran calidad artística de la obra. Una obra que se puede adscribir al Renacimiento, y que tiene similitudes con obras anteriores como la Judith y Holofernes de Donatello, pero también tienen elementos propios de este estilo artístico que sirvió de puente entre las formas renacentistas y el Barroco, el Manierismo, cuyo máximo representante en la escultura sería Benvenuto Cellini.