Pequeño desnudo en cuclillas con brazos de Matisse
Esta escultura de Henri Matisse es un magnífico ejemplo de los tipos de trabajos escultóricos que realizó este artista, cuya relevancia se debe sobre todo a su labor como pintor, con obras maestras del siglo XX como La Danza o Armonía en rojo.
Y es que durante casi toda su trayectoria artística, aunque no de forma constante, recurría a hacer esculturas cuando se quedaba sin ideas o necesitaba probar cosas nuevas para sus pinturas. Algo que le emparenta con otro de los grandes pintores-escultores de finales del siglo XIX y comienzos del XX, Edgar Degas, que hacía estudios tridimensionales de sus bailarinas para después trasladarlos a sus lienzos.
El caso es que Matisse hizo de este modo numeroso modelos de barro y escayola, y algunos los acabó trasladando a bronce. Como en este Pequeño desnudo en cuclillas con brazos. Una obra de 1908 y como es habitual en todos estos modelos, se trata de una figura de pequeño formato ya que no llega a los 14 centímetros de altura. Pero pese a sus dimensiones es uno de los grandes tesoros que componen la Colección de Carmen Thyssen Bornemisza.
Es decir, que Henri Matisse hacía sus esculturas a modo de ensayo e investigación, y por eso no es extraño que la figura que aquí vemos la podamos relacionar con otras de sus cuadros, como por ejemplo la que se ve en Bañistas con tortuga, aunque vista de espaldas. Y es que eso es lo que le permitían sus diminutas esculturas, comprender los diferentes puntos de vista a la hora de mostrar los personajes.
La apariencia de estas esculturas es la de ser estudios espontáneos, y sin embargo el propio Matisse confesó que se esforzaba en disimular el intenso trabajo que necesitaba para su creación.
Y otra característica es el pequeño tamaño del que ya hemos hablado. Matisse concebía sus obras para ser palpadas, las quería manejar como un objeto y además buscaba desafiarse a sí mismo en un ejercicio de síntesis. Quería que la forma se impusiera de forma esencial, más allá de cualquier detalle.
Es curioso comprobar cómo un artista tan importante para la evolución de las vanguardias pictóricas, en absoluto es relevante en la historia de la escultura. Y es que el arte en tres dimensiones iba en una dirección bien distinta a lo que a él le interesaba. Un buen ejemplo puede ser comparar esta obra como uno de los grandes artistas de comienzos de siglo, Aristide Maillol y su obra La Mediterránea. Los parecidos formales son obvios, aunque los conceptos sean diferentes. Pero el caso es que ni uno ni otro vieron venir hacia donde se iba dirigir la escultura en los años siguientes.