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Camino a Versalles, Louceviennes, sol de invierno y nieve de Pissarro

Publicado por A. Cerra

Camino a Versalles de Pissarro

Este cuadro lo realizó Camille Pissarro hacia el año 1870, si bien es cierto que el artista impresionista inmortalizó esta población a las afueras de la capital francesa en innumerables ocasiones. Y es que de alguna forma, este lugar donde la familia adquirió una casa en el año 1866 le sirvió de refugio creativo durante unos años en los que su técnica no tenía demasiada aceptación por parte de la crítica, y tampoco del público. De hecho, apenas conseguía subsistir con la pintura.

En cambio durante esas estancias pudo hacer las típicas salidas al aire libre para pintar, algo que caracterizó a los pintores de este estilo. Y lo hacían independientemente de las condiciones atmosféricas que hubiera. De hecho, reflejar esos cambios, esas impresiones era algo que les atraía enormemente. Algo que podemos comprobar con este pequeño lienzo que Pissarro hizo forzosamente en un frío día de invierno. De frío y con nieve, pero con sol tal y como indica su descriptivo título, por el que incluso sabemos que Louveciennes está en el camino hacia el Versalles y su palacio.

El caso es que este emplazamiento debía tener un encanto especial para los pintores impresionistas, ya que de este lugar nos han llegado muchos cuadros de Pissarro, pero también otras telas y estudios de Monet, Renoir o Alfred Sisley.

En este caso la vista elegida es la del camino que conduce al palacio versallesco. Una camino que vemos en perspectiva, flanqueado por los árboles ya sin hojas y con los restos de la nieve apilados en las cunetas. Al fondo se ve una casa, así como un carro que se aleja, y también aparecen unos pocos lugareños que están parados y charlando, dando así más vida a esta instantánea.

Como es habitual en su producción, bien sea de ambientes urbanos como sus series sobre bulevares parisinos o de paisajes más rústicos, a Pissarro le atrae pintar el momento, con los efectos lumínicos concretos de ese instante, y aquí sin duda ha sabido captar el ambiente frío del invierno al norte de Francia, pero también la sensación de calor que aportan los rayos de sol que caldean el paraje y a sus gentes. Y como se trata de retratar ese momento concreto, con sus colores, brillos, luces y sombras, tiene que ser muy rápido en su pintura. De ahí su famosa pincelada nerviosa, la cual no solo vibra, sino que es capaz de darle forma a las cosas y aportarle le volumen a cada una de las figuras y elementos.