El Juramento del Juego de Pelota
En estos dos cuadros vemos dos representaciones del mismo hecho histórico: el Juramento del Juego de Pelota el día 20 de junio de 1789 que daría lugar al comienzo de la Revolución Francesa.
En el primer caso vemos la obra que pintó Jacques Louis David, en una fecha muy cercana al propio acontecimiento, ya que pintó esta tela entre 1790 y 1791. Y de hecho, David se convirtió de alguna forma en cronista de esos sucesos y otros que acontecieron más tarde con obras como la Coronación de Napoleón o la tela de A Marat. E incluso el propio David fue afín a los principios revolucionarios y participó como miembro de la Convención Nacional.
En definitiva, Jacques Louis David es un pintor de su tiempo, tanto por sus temas como por su estilo, puramente neoclásico. E incluso, cuando como artista neoclásico recurre a temas mitológicos o de la Antigüedad lo hace con una clara vocación de mensaje aplicado a su momento histórico.
Pero esta relación entre su presente y el pasado clásico también nos la plantea a la inversa, ya que por ejemplo en este cuadro vemos que se ha inspirado en las esculturas de Roma, para pintura sus figuras, sus gestos y ademanes, sin duda propias de la estatuaria imperial.
Y la segunda de las obras que nos presenta el episodio del Juramento del Juego de Pelota, es una tela que atesora el Museo del Louvre de París y que realizó Alexandre Fragonard, varios años después del hecho histórico, ya que no sabe a ciencia cierta cuando la ejecutó pero sin duda que ya fue a comienzos del siglo XIX.
Alexandre Fragonard fue hijo de uno de los más grandes pintores rococós de Francia, ya que su padre fue Jean Honoré Fragonard autor de telas tan emblemáticas como El columpio o El beso robado. Pero si su padre se dedicó a pintar escenas cortesanas, Alexandre se decantó por la temática histórica, mucho más propia de su momento artístico.
Y ejemplo de ello es esta obra cuyo título es Mirabeau y Dreux-Brézé, que son el nombre de los dos protagonistas de la escena. El primero como representante de la exigencias del pueblo, mientras que Dreux-Brézé (en el centro del cuadro) hizo de representante del rey Luis XVI para trasladarle las peticiones de su pueblo. Si bien, en aquella fecha de junio el monarca todavía no sabía que al mes siguiente iba a acabar siendo decapitado en la guillotina.
Peor volviendo a lo puramente pictórico, la tela de Fragonard es distinta a la de David en varios aspectos. Para empezar, en estilo, mientras que la primera es neoclásica es mucho más romántica, porque Fragonard se especializó en hacer este tipo de interpretaciones de hechos históricos, en la que no faltan detalles que le dan el tono heroico como el haz de luz que ilumina a los dos personajes, sobre todo a Mirabeau, que aunque esté en el lado izquierdo de la tela, cobra mucho protagonismo por su gesto y por la iluminación.