Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito de Bernardino Luini
Esta obra que se conserva en la Pinacoteca Ambrosiana de Milán no es la más reconocida de la pintura del Renacimiento italiano, eso está claro. Pero si es un magnífico ejemplo de una corriente que se dio en esa época: el “leonardismo”. La cual se basa ni más ni menos que en el arte de Leonardo da Vinci, y sobre todo causó furor entre los artistas de Milán que quedaron completamente influido por el arte de un Leonardo que acudió a trabajar durante unos 20 años para Ludovico Sforza, más conocido como Ludovico el Moro.
El impacto de Leonardo en la escena artística de Milán fue tal que muchos artistas, incluido Bernardino Luini, adoptaron su estilo y técnicas. El «leonardismo» no era simplemente una imitación superficial de la obra de Leonardo, sino una profunda comprensión y aplicación de sus innovaciones artísticas. Esto incluía su uso del sfumato, una técnica de difuminado que permitía una transición suave entre los colores y los tonos, creando un efecto de profundidad y volumen.
Allí surgieron muchos pintores cautivados por el típico sfumato leonardesco que alcanzó su máxima expresión en La Gioconda o en obras como las dos telas de La Virgen de las Rocas. Uno de estos seguidores fue Bernardino Luini, autor de esta tela de 1518 que se titula la Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito.
Ya desde el mismo título recuerda a la obra Virgen y el Niño con Santa Ana de da Vinci. Pero no acaban ahí las similitudes. También se inspira en las obras de Leonardo para darle intimidad a la escena, ya que todo ello se basa en las miradas cómplices y los gestos entre los distintos personajes que aparecen. E incluso hay un cartón en la National Gallery de Londres que realizó Leonardo y que nos presenta a todos estos personajes, y algunos estudiosos de la obra de Leonardo aseguran que ese cuadro lo poseyó el hijo del pintor, Aurelio Luini.
En definitiva, el “leonardismo” consiste en la imitación del tratamiento de la luz y el color que hizo Leonardo. Un tipo de pintura por la que podemos decir que circula el aire en los paisajes o entre los personajes, ya que se trata de pintar con masas de color muy vaporosas, que se desvanecen unas en otras y mientras la luz va variando generando luces y sombras. Es un tipo de pintura la de Milán que es distinta a la que por entonces se hace en Florencia y la Toscana, donde predomina la línea y la nitidez. Y también es diferente a lo que se hace en la escuela veneciana, en la que el protagonismo son los colores potentes y muy vivos.
Al contemplar este cuadro de la Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito, de una forma u otra está clara la deuda con esa forma leonardesca de pintar, si bien también queda manifiestamente claro que Luini no posee la categoría del gran maestro. Sí que es capaz de pintar ligeros efectos de veladuras atmosféricas, pero no alcanzan el nivel artístico de Leonardo. Algo que por otra parte ha estado al alcance de escasos artistas a lo largo de toda la Historia del Arte.
Además, es importante destacar que Luini, aunque influenciado por Leonardo, también aportó su propio toque personal a sus obras. Su estilo se caracteriza por la delicadeza y la gracia, con una atención especial a los detalles y la representación de las emociones humanas. En la Sagrada Familia con Santa Ana y San Juanito, por ejemplo, podemos apreciar la ternura y el amor maternal en la mirada de Santa Ana hacia la Virgen María y el Niño Jesús. Esta capacidad para capturar la humanidad y la emoción en sus pinturas es una de las razones por las que Luini es considerado uno de los grandes maestros del Renacimiento italiano.