Retablo de Sankt Wolfgang de Michael Pacher
Este retablo ubicado en la iglesia parroquial de Sankt Wolfgang en Austria es un magnífico ejemplo de cómo el Gótico Flamígero tuvo una amplia extensión por el norte y centro de Europa. Ya que hay que tener en cuenta que mientras el escultor y pintor Michael Pacher estaba realizando esta obra entre 1471 y 1480, en Italia ya hacía más de 20 años que Lorenzo Ghiberti había hecho las Puertas del Paraíso del Baptisterio de Florencia o Verrocchio estaba haciendo algunas de sus obras maestras como su David.
De hecho, el Gótico Flamigero perduró en ciertos territorios hasta las primeras décadas del siglo XVI. Y se puede decir que el estilo acabó desapareciendo por agotamiento, ya que las formas cada vez eran más complicadas, en un afán por lo ornamental y el virtuosismo que parece que se trata de una competición entre artistas para ver quien hace la obra más recargada y compleja. Un espíritu que llegó a todas las disciplinas artísticas: arquitectura, escultura, pintura, orfebrería, vidrieras, etc…
Como ejemplo de ello es este retablo austriaco dedicado a San Wolfgang que se conserva intacto en su iglesia del en el distrito de Salzkammergut. Una obra que realizó Michel Pacher (h. 1435 – 1498), un artista muy interesante, ya que trabajó tanto la pintura como la escultura, el grabado o las arquitecturas de madera. Y de toda su producción, su gran obra maestra es este retablo.
En él se combinan asombrosas tallas de madera, plagadas de las formas del gótico, con las tablas pintadas en las que se ve que el autor conoce las obras del Renacimiento italiano, e introduce elementos como las perspectivas, la monumentalidad de las figuras o un colorido suntuoso. De hecho, a Pacher se le considera el introductor del arte renacentista en estas latitudes, y en más de una ocasión se ha considerado su pintura a una altura similar a la de Andrea Mantegna, autor de obras tan increíbles como La lamentación sobre el Cristo muerto o el Retablo de San Zenón.
Además tanto en su pintura como en su escultura hay ciertos rasgos que caracterizan el conjunto de la obra de Pacher y que lo convierten en un verdadero maestro de la época. Y es que si nos fijamos nos presenta escenas de gran dinamismo, cargadas de un tono dramático que a veces le lleva a plantear escorzos muy audaces en los personajes, que siempre poseen un gran realismo.
En la foto vemos el retablo abierto, mostrando la talla de su interior, pero así solo era visible en las fechas más importantes del calendario religioso. Y es que mostrándolo se pretendía impresionar a los fieles, como nos puede sorprender a nosotros los espectadores.
Ahí vemos un impresionante relieve escultórico con la temática de la Coronación de la Virgen. Un relieve casi pictórico y dinámico, gracias la policromía sobre la madera. Una obra sin duda alguna espectacular.