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Hombre escribiendo una carta , Gabriel Metsu

Publicado por Laura Prieto Fernández

Si a cualquier aficionado al arte que no conozca la pieza que aquí analizamos le preguntásemos por el autor de este lienzo indudablemente la respuesta sería Vermeer, así al menos lo hace creer ese ambiente intimista que el pintor supo representar como nadie, la calidad del dibujo y la iluminación naturalista sin embargo, en esta ocasión el autor no es el maestro neerlandés del Siglo de Oro sino Gabriel Metsu, otro pintor de la época barroca que si bien hoy no es tan conocido como el propio Vermeer al que todos admiran, en su época tuvo más éxito que éste y sus obras estaban mucho mejor valoradas que las de su contemporáneo.

Gabriel Metsu (1629 – 1667) fue uno de los artistas neerlandeses más representativos de la escuela barroca. Parece ser que el artista pudo iniciar su formación en el mundo pictórico de la mano de su propio padre, el también pintor Jacques Metsu, el joven debió de demostrar muy pronto su valor artístico y comenzó a formar parte de la guilda de San Lucas de Leiden desde su formación. Se casó varias veces y se trasladó de ciudad otras tantas; en su legado artístico podemos encontrar más de ciento cincuenta obras atribuidas al artista de las cuales, la mayor parte de ellas no están fechadas.

Parece ser que en torno al año 1662 o 1665 el artista creó el primero de los lienzos que aquí nos ocupa, Hombre escribiendo una carta; en él encontramos a un hombre joven dispuesto en una habitación, la estancia es el único marco en el que se desarrolla la acción. Está colocado en una mesa escribiendo una misiva ausente a la mirada del espectador, sobre la mesa una ventana con los batientes abiertos que ilumina la estancia de una luz natural y fresca. El suelo en damero de la habitación ayuda a crear esa sensación de profundidad.

El joven es apuesto y de elevada condición social, al menos así nos lo indican sus lujosos ropajes, la elegancia de la habitación vestida con un rico tapete sobre la mesa y algunos objetos como el cuadro de corte renacentista que cuelga de la pared. Por la presencia del globo terráqueo podemos suponer que el joven ha hecho su fortuna dedicando a la mar, seguramente algún tipo de comercio marítimo muy fructífero en esta época.